La otra cara de las Fallas

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Fallas, fiesta popular que se celebra en Valencia y otras localidades durante marzo en la que monumentos hechos en madera, corcho blanco y otros materiales inundan las calles. Desde mediados del siglo XIII (el primer texto que se conserva alusivo a las fallas data de 1874) en las calles se queman ninots y monumentos teatrales que hablan sobre algún suceso o personaje censurable. En la actualidad estos monumentos han evolucionado hasta convertirse en obras de arte. A todos nos vienen a la mente estos monumentos enormes, en las que la sátira y el humor son protagonistas, personajes populares, políticos, deportistas, actores, todos tienen cabida en estas fiestas, y, que sintiéndolo mucho, no se van a librar del fuego, del fuego purificador. Monumentos que llegan a costar hasta 230.000 euros este año 2015 y que se han convertido en un prototipo a seguir por todas las comisiones festeras, con una estética propia.

Pero en Fallas no hay nada escrito, no hay definición en términos estéticos de lo que entendemos por Falla y por lo tanto existe gran variedad que sale de la propuesta general que más gusta a los valencianos y a los jurados que otorgan los premios cada año. Saliéndonos del enorme monumento de colores pasteles, con un tema central y ninots alrededor, podemos ver otra cara de la moneda. Hay falleros que optan por otra estética, por otra filosofía, por la participación de todos y es que mientras se mantenga el denominador común de una falla, la crítica y la sátira, no hay reglas de estilo que seguir.

Falla Nou Campanar 2009, EkklesiaFalla Nou Campanar, 2015, Ekklesia, Foto Alejandro Lagarda

Y es así como surgen las fallas I+E, fallas de Innovación y Experimentales, fallas que se preocupan más por le medio ambiente, que son sostenibles, que se presentan como una alternativa a lo convencional. El Ayuntamiento lleva ya 17 años convocando un concurso específico para este tipo de monumentos que buscan ser diferentes. El ejemplo más sonado este año es el monumeto de la Falla Nou Campanar que ha pasado de plantar fallas con un presupuesto de hasta casi un millón de euros, sí, un millón de euros, a invertir este año 90.000 euros en un proyecto participativo con un mensaje social de fondo a manos del arquitecto Miguel Arraiz y el diseñador David Moreno.

Además de contar las Fallas con profesionales para su creación hay comisiones que deciden participar de pleno en la construcción de su monumento. Los falleros configuran y construyen ellos mismos las fallas y se ponen manos a la obra desde el mismo momento en que han quemado la anterior. Es el ejemplo de la falla Noscarmientas en el famoso barrio de Ruzafa. Este año el tema principal es Egipto y en su totalidad está realizada por sus falleros.

Falla Noscarmientas, 2015 Falla Noscarmientas, 2015, Foto de Borja Vicente

Valencia estos días se convierte en un museo, en un festival cultural y callejero, monumentos convencionales y monumentos alternativos que conviven en una ciudad que va a dar la bienvenida a la primavera quemando todo aquello que nos sobra.

Archivado en Arte, Fallas, folclore, Valencia
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