The Walking Dead: el límite entre el orden y el caos

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The Walking Dead alcanzó el final de su cuarta temporada, una temporada dividida en dos partes siguiendo una práctica muy común en la industria del entretenimiento. Durante poco más de 40 minutos, la serie consiguió lo que un producto audiovisual siempre desea obtener de su público: que olvidara que hay vida más allá de la vida (y no vida) que rodea a la serie.

Rick, último capítulo cuarta temporada

Y esto sucede porque en todo lo que acontece en la serie se respira un aroma de autenticidad que nos atrapa de principio a fin. Y además interesa. Y además está bien contado. Y además, y además, y además… La obra de la HBO tiene muchas virtudes a destacar y detrás de todas ellas están los zombis al acecho. Como ya comenté, The Walking Dead es mucho más que una serie de zombis y esta cuarta temporada recién terminada lo ha vuelto a demostrar.

El último capítulo demuestra que la serie de Kirkman y Darabont es un producto global, que no puede funcionar seccionado en capítulos. Como sucede con la gran mayoría de series que basan su esencia en un recorrido narrativo estudiado y meditado (véase True Detective como ejemplo reciente), The Walking Dead es una obra que depende de cada capítulo para proyectarse a través de la pantalla de la forma que desea. El capítulo final no funciona sin los anteriores, incluso en el conjunto la conclusión dada a esta cuarta temporada chirría, con esa frase final de Rick al puro estilo cine de acción.

Rick y Carl cultivando en la cárcel

La progresión que hemos ido observando capítulo a capítulo nos ha proporcionado infinidad de diferentes emociones, pues The Walking Dead opera a tantos niveles que no se puede encasillar en un solo: en un mismo capítulo podemos taparnos bajo las sábanas cuando un personaje se adentra en un pasillo oscuro de una gran casa, y podemos continuar bajo las mismas sábanas al comprobar la inquietante visión que tienen unas niñas de este mundo fuera de los límites racionales.

Y son estos límites los que han eclipsado toda la serie, pero en especial esta cuarta temporada. El último capítulo es un ejercicio sobre la pérdida de la humanidad en un mundo decrépito. El intento de mantener un falso orden mientras el mundo caía poco a poco siempre colisionaba con la cruda realidad. Pero los intentos por encontrar un espacio donde estos límites entre orden y caos estén establecidos no han terminado. Terminus es la última prueba para estos personajes que no quieren deshacerse de una humanidad que les diferencie de los zombis. En el mundo de The Walking Dead la humanidad, en ambos bandos, siempre está en entredicho.

Archivado en Frank Darabont, HBO, Robert Kirkman, The Walking Dead, True Detective
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