En 1625 en Madrid se construyó la cuarta muralla que rodeó la capital hasta 1868 y que pasaba por la actual calle Princesa, antiguos bulevares hasta Colón, Paseo del Prado, calle Segovia, Ronda de Toledo y, por el norte, abarcaba hasta Fuencarral. El crecimiento urbano posterior se realizó a expensas de los espacios libres que quedaron dentro de la cerca, construyéndose edificios de mayor altura. También se construyeron edificios religiosos, como el convento de la Encarnación y se comenzaron a celebrar las fiestas del patrón de la ciudad, San Isidro.
Un testigo directo de estos cambios y en concreto de la renovación de la Plaza Mayor fue el plano realizado por Pedro Teixera en perspectiva caballera de sur a norte. Está grabado en 20 planchas de 45×56 cm cada una, midiendo 2,850×1,800 metros y tiene una escala de 1:1.800.
La topografía de la villa de Madrid, de Texeira, es el más completo plano de Madrid del siglo XVII y fundamento principal de obras cartográficas posteriores. Reproduce la planta geométrica de Madrid con la particularidad de incorporar los alzados en perspectiva de los edificios de la ciudad contemplados desde el sur y a vista de pájaro, lo que permite observar la distribución interna de cada manzana.
Los edificios principales están representados con gran minuciosidad y fidelidad, pero las casas particulares obedecen a varios modelos que se repiten. Nos ofrece una imagen cercana y detallada, aunque con algunos errores, del Madrid de Felipe IV.
Fueron los años de apogeo de aquella “Babilonia”, como la denominaron Lope o Calderón, una ciudad cosmopolita y pueblerina al tiempo, imperial y caótica, majestuosa y sucia, la festiva capital del Siglo de Oro, la ciudad de los conventos y de la Contrarreforma, llena de contrastes, que albergaba unos 130.000 habitantes.
Las enormes dimensiones del ambicioso plano de Texeira obligaron a grabarlo en 20 planchas diferentes que se ajustan entre sí con pequeños defectos. En la parte superior se encuentra una gran cartela con el nombre de la ciudad en latín, Mantua Carpetanorum, sive Matritum urbs regia, es decir, “la ciudad real Mantua de los carpetanos o Madrid”, que hace referencia a las teorías del siglo XVII sobre el origen griego y romano de la ciudad, como la mantenida por Jerónimo de la Quintana.
El plano, que presenta un escudo de Madrid y otro de la Corona, está dedicado a Felipe IV. En el Renacimiento, muchos planos urbanos se concebían como un retrato de la ciudad, dibujando como si de una persona se tratase, su fisonomía y la de sus principales monumentos.
Más tarde, durante los siglos XVII y XVIII, los planos fueron derivando más y más hacia una geometría urbana. En el siglo XIX, transmitían ideas sobre nuevas dimensiones ciudadanas, como sus redes (planos de alcantarillado, estado del tráfico).
Es el interés de los diferentes estados por conocer pormenorizadamente sus territorios, tanto los metropolitanos como los de ultramar, lo que impulsa este afán oficial por medir y detallar el mundo.
Surgen figuras oficiales que ocupan altos puestos en la burocracia gubernamental y que se dedican específicamente a estos menesteres. Los llamados “geógrafos de salón” son personajes oficiales que recopilan los datos que les van proporcionando los investigadores de campo, por ejemplo los topógrafos, que van realizando las triangulaciones de los territorios nacionales, o de los exploradores como el inglés Cook, el francés Bougainville, el español Malaspina, el holandés Tasman, o los rusos Kruzenstern o Bering y a partir de ellos elaboran los diferentes mapas oficiales de los distintos estados.
Es en este momento en el que también proliferan los levantamientos topográficos, y los detallados mapas urbanos y de fortificaciones e instalaciones defensivas, todo ello, con la finalidad de inventariar y conocer los recursos territoriales propios.
La elaboración de pormenorizados mapas urbanos abundan también en este período. Las ciudades aparecen representadas con gran lujo de detalle, mostrando su casco urbano, rodeado por el perímetro amurallado, y su red de calles.
Existen numerosos mapas de ciudades europeas y de las que se van creando en las colonias americanas. Como, por ejemplo, los planos de Ámsterdam y Róterdam, creados por la factoría Blaeu en 1652. En ellos puede observarse la perfecta conjugación del sentido artístico con la voluntad de reproducir con exactitud la fisonomía y las partes fundamentales de las ciudades, el resultado es una obra de valor práctico y estético a la vez, que responde a unos patrones de realismo minimalista.
A qué crees que se debe la producción de estos planos: ¿Fines defensivos y militares? ¿De ostentación y de poder? ¿Artísticos?