Umberto Eco y la elite universitaria: un diagnóstico desafortunado

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La Universidad de Burgos ha ayudado a engrosar las vitrinas del filósofo y escritor italiano Umberto Eco. Un doctorado honoris causa más para el autor de “El nombre de la rosa” quien no dejó pasar la oportunidad para ironizar un poco en la rueda de prensa previa. Los temas sobran: la crisis en sus múltiples facetas, Europa, la cultura, la educación… Precisamente en este último apartado ha dejado un tema más que candente sobre la mesa.

Filósofo y escritor italiano

No siempre los grandes intelectuales atinan a decir las mejores palabras. Umberto Eco, renombrado académico italiano, gusta siempre del comentario mordaz y agudo, pero quizá esta vez se ha excedido. Su pasión por la Edad Media no es ningún secreto y quizá eso explique su concepción con respecto a la universidad que más de un diario a inmortalizado con la frase: “la universidad debe ser para una elite”. Claro que lo que habría que aclarar más allá del titular sensacionalista es a qué tipo de elite se refiere el italiano.

Sea como sea, la idea es incendiaria. Su diagnóstico apunta a un exceso de alumnado y de información. El segundo, nos dice, se debe a la red de redes: Internet. Tantos datos y de tan fácil acceso han logrado suplantar algunas de las funciones del profesorado, por lo que la relación de éste con los alumnos se ve alterada. Eco tiene razón al decir que los mejores tiempos de la universidad se dieron cuando acceder a ella era una cosa que sólo unos pocos lograban. Pero si matizamos esa frase añadiendo que se trata de los mejores tiempos hasta ahora, la frase no perdería su sentido y si agregaría que no hay razón para pensar que esos tiempos puedan repetirse o superarse en el futuro.

El nacimiento de la universidad y una época dorada

Somos demasiados alumnos en las aulas, algo sin duda cierto. Pero también hay que señalar que vivimos en un tiempo en el que también hay más gente capacitada para estar frente a un grupo. Ejércitos de maestros para hordas de alumnos. ¿Por qué no pensar en esta opción antes de condenar la abrumadora cantidad de alumnos? Claro que esto implicaría hablar de una variable que Eco quería evitar: la económica. Si bien su intención puede haber sido la de hablar de una elite intelectual, no se puede ser tan ingenuo como para ignorar las relaciones entre ésta y la elite en (y al) poder. En general una elite no se genera de manera espontánea, sino que obedece a ciertos criterios de selección. El problema siempre estará en quién está detrás de esos criterios y qué objetivos busca. Este es ya un tipo de poder sobre el que bien vale la pena reflexionar.

Ahora que, a pesar de lo desafortunado de la declaración, Eco nos deja un tema importante sobre la mesa: pensar la universidad. Para ello quiero traer a colación unas palabras del militar británico Noel Annan que hablan sobre las funciones de la universidad que, para él, no se limitan a la enseñanza:

La universidad es también un medio ambiente, un lugar donde un sortilegio atrapa al estudiante y lo uno por fuerza para el resto de su vida a la universidad. Noel Annan, The Dons

Una descripción con este toque romántico sólo es posible si se piensa un espacio como este desde una lógica más cercana a la comunidad. La universidad, en efecto, es un punto de encuentro e intercambio de ideas en el que la comunicación constante entre sus miembros es esencial. Se trata de un espacio donde la libre circulación del saber produce el efecto alquímico del aumento de este último en virtud de nuevas e inesperadas combinaciones. El físico que dialoga con el biólogo y éste que recuerda una charla con el lingüista. La universidad es dialogo constante que es capaz de atrapar para liberar de ataduras sutiles pero muy resistentes.

La Universidad de Oxford

Es por ello que tampoco creo que debamos temer o culpar a Internet de la situación actual. Contar con mucha información enriquece el diálogo y obliga a todos los participantes a ejecutar una tarea que hoy es más urgente que nunca: la discriminación no de personas sino de contenidos. Esto significa, por tanto, animar el diálogo en base a argumentos que deben ser siempre bien ponderados y en donde la creatividad tendrá siempre un papel importante. ¿Sobran alumnos en un contexto así? No me lo parece. Qué mejor que contar con más asistentes al aquelarre universitario en donde el conocimiento se debate. Esta vez Eco nos ha dado un buen tema, pero un mal diagnostico.

Archivado en Educación, Elite, Umberto Eco, Universidad
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