Las miniseries, y también las TV Movies, de HBO se han ganado una merecida reputación a lo largo de los años gracias a una producción más propia del cine, grandes nombres y muchísimo talento delante y detrás de las cámaras, pero también, y esto es importante, en los despachos. Olive Kitteridge es la última creación de la cadena de cable, un lujo.
La miniserie, dividida en cuatro capítulos, está basada en la novela homónima ganadora del Premio Pulitzer, escrita por Elizabeth Strout, producida e interpretada por la gran Frances McDormand, quien se ha ocupado de juntar a todo el equipo creativo para que Olivia Kitteridge pudiera ser una realidad. Tras las cámaras, una directora con experiencia en cine (The Kids Are Alright) y televisión (The L World, The Slap), Lisa Cholodenko, que consigue una magnífica cohesión al ser ella misma la única realizadora.
Pero nos queda presentar a Olive, una mujer tremendamente traumatizada por el suicidio de su padre y temerosa de heredar sus mismas tendencias. Este hecho es el germen de su difícil personalidad, crueldad y mal humor en general, pero también su inteligente y divertido sarcasmo. De hecho más de uno habrá visto reflejado en ella a algún familiar o conocido cercano, quizá por eso me ha parecido una miniserie muy cercana a la realidad, contando pequeñas historias de personas comunes que ocurren en lugares también comunes. Ella es la protagonista absoluta, pero cobra una dimensión especial gracias a los que la rodean, principalmente a su marido Henry, interpretado por otro genial actor como Richard Jenkins, especialista en crear personajes simples pero muy queridos, que también son fácilmente extrapolables a nuestra vida diaria. Dicen los que han leído el libro que cuatro horas son pocas y para la adaptación se han acortado tramas de personajes secundarios muy importantes que en la película son anecdóticos o no gozan del tiempo necesario para ser desarrollados con éxito. La verdad es que me hubiera gustado saber más sobre algunos de ellos que resultaban muy interesante, como Rachel y su hijo Kevin, también víctimas de enfermedades mentales.
Técnicamente, como es habitual, la serie es una delicia. No es que haga falta un despliegue de superproducción pero la ambientación de un lugar tan deprimente como Maine está hecha a la perfección. Desde el viento a las construcciones traslada al espectador una sensación de tristeza a través de la cual podemos acercarnos a lo que siente Olive, pero también a los demás personajes. También a ello colabora una fotografía austera, sin alardes, muy cercana a las típicas películas del cine independiente, en las que prácticamente se puede oler el ambiente.
Ver Olive Kitteridge es un auténtico lujo que debemos agradecer a HBO y también a Canal+, que nos la ha traído a España y hacerlo en versión original, algo que siempre recomiendo, se convierte en algo esencial para disfrutar de los matices de estas grandes interpretaciones. Además, sólo consta de cuatro capítulos, por lo que es perfecta para aquellos que no se comprometen con largas series.
Otra gran joya de la HBO. Ayer le dediqué un merecidísimo post homenaje en mi blog. Os lo dejo por si tenéis curiosidad 😉
http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/11/olive-kitteridge-una-mujer-dificil.html
Saludos!