Refugiados: plantar las semillas

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Refugiados

La cultura en España está entrando en su Edad de Oro. Aunque este nuestro país nos recuerde la mayoría de las veces a los oscuros tiempos del franquismo, aunque sus gentes se empeñen en no empaparse de política y aunque la manida frase de “es cine español, qué esperas” sigue muy presente, poco a poco, golpe a golpe y round a round se están derribando las barreras de calidad que separaban nuestra cultura del resto del mundo, así como el escepticismo del español, desconfiado donde los haya. Nuestra excelente literatura está viviendo una auténtica explosión de jóvenes literatos, así como de editoriales independientes que están haciendo las delicias de todo aficionado a la lectura. Nuestro cine, a menudo maltratado (y con razón), está logrando a base de hostias y situaciones adversas a encontrar un equilibrio necesario. Entre tanto recorte cultural y tanto tijeretazo asesino (culturalmente hablando), el cine español ya es capaz de entregar una veintena (o más) de películas que compiten de tu a tu con las mejores producciones yankis, que no tienen nada que perder y mucho que ganar, y que están impulsando al espectador a darse cuenta de que nuestro cine puede ser tan bueno, tan especial y tan disfrutable como cualquier otro. Pero es que en el otro lado, también se están creando taquillazos, ya sean comedias, como Ocho apellidos vascos (id, Emilio Martínez-Lázaro, 2014), entretenimientos casposos y sabedores de ello, como Torrente 5: Operación Eurovegas (id, Santiago Segura, 2014), o tensos thrillers revestidos con la espectacularidad yanki, como es el caso de El Niño (id, Daniel Monzón, 2014). Y por último, llegamos a la niña fea, la apartada, nuestra televisión. A decir verdad, el caso español es muy parecido al estadounidense. Entre comedias costumbristas y sitcoms copiadas entre sí cada vez más descaradamente, la televisión norteamericana fue evolucionando, con producciones cada vez más ambiciosas, con más calidad, y con más renombre. Ahora, no son pocas las voces que dicen que en la televisión, hoy día, se ofrece más calidad que la que se puede encontrar en las taquillas de los mejores cines.

Pues el caso español me recuerda, sin ninguna duda, a lo vivido en la televisión estadounidense. Recordemos que con la vuelta de la democracia a España tras casi cuarenta años de dictadura, la sociedad y sus costumbres cambiaron sin remedio. La televisión evolucionó, y de la arcaica “caja tonta” en blanco y negro de los 50 y 60, pasamos a una televisión a todo color en los 70, y al surgimiento de cadenas televisivas privadas finalizando los 80. Y seguimos evolucionando, de las comedias casposas pero entrañables de los 90, como Médico de familia, a producciones más juveniles o maduras, como Compañeros o Policías, en el corazón de la calle. Vivimos un bombazo televisivo como fue Aquí no hay quien viva, y volvimos a ver nacer nuevas cadenas de televisión con Cuatro y La Sexta. Y todo esto, todo este repaso a nuestra televisión, sirve, como diría Joan Laporta, para decir “que no estamos tan mal”. Productoras como Globomedia o Bambú Producciones (suyas son Gran Reserva, Gran Hotel o las más recientes Velvet y Bajo sospecha nos han entregado en los últimos tiempos series de calidad, que enganchan, que se hacen oír no sólo en los salones de España, sino en los de todo el mundo. Y el jueves se dio otro paso más en la evolución televisiva española.

Natalia Tena Refugiados

Aunque la gran triunfadora de 2015 haya sido y será El ministerio del tiempo (para el que esto suscribe, la mejor serie española de largo, pasándole a Gran Hotel por la derecha cual Alonso a Schumacher), seguimos viendo llegar series que, si no llega a ser por la estupenda producción de La 1 (para esto debe servir la televisión que todos pagamos), se alzarían tranquilamente con el título de mejor serie española. Ya lo hemos visto con el estreno de Bajo sospecha, para mi gusto algo floja pero disfrutable, o Vis a vis; pero es que esto va a más, y el jueves se estrenó en todas las cadenas del grupo Atresmedia la primera producción entre la televisión española y la británica, Refugiados, una serie dramática de ciencia-ficción sobre la aparición repentina de miles de millones de personas que dicen venir del futuro y el impacto que esto produce en un pequeño pueblo de no se sabe donde.

La ficción de Bambú y la BBC llega con el sello de “original” en la frente. Ciencia-ficción en la televisión española, capítulos de 50 minutos, una única temporada cerrada…, y, a la hora de la verdad, cumple lo que promete. La estrategia del grupo Atresmedia de estrenar los dos primeros capítulos le salió bien, pues aglutinó a 3 millones de espectadores y un 23% de share, aunque si cada jueves en La Sexta emiten dos capítulos, mal vamos con eso de “una serie española de 50 minutos solo”… Refugiados tiene muchos puntos a favor y unos cuantos en contra. Vamos por partes. Los dos primeros capítulos a mi me han gustado mucho. La atmósfera recuerda a Señales (Signs, 2002, M. Night Shyamalan), y la sensación de inmensidad de ese bosque acojona y mucho. La dirección de David Pinillos fue excelente, manteniendo la estupefacción y la tensión que la historia requería. Y los actores cumplen con nota. Muchos ya se han dejado ver en televisión, como Natalia Tena (Osha en Juego de Tronos) o Ken Appledorn (Malviviendo y Flaman). La historia promete, y al ser una temporada conclusiva, las respuestas no tardarán en llegar, e incluso ya hemos tenido una paradoja temporal en el segundo capítulo.

Parte del reparto de Refugiados

Ahora bien, no todo son elogios. Creo que aunque presentar a los personajes principales es necesario, si me esperaba un ritmo algo más “entusiasta” (como digo, la comparación con la lentitud pero intriga de Señales es inevitable). La localización neutra juega un punto en contra también. Las risas en mi salón cuando todos los actores hablaban en inglés pero la matrícula española se dejaba ver por doquier y aparecía un “POLICÍA” en lugar de “police” al fondo del plano fueron muchas; y hay más ejemplos: ¿un pueblo español con una armería? ¿Un pueblo británico pagando en euros? ¿Un pueblo español donde se habla inglés? ¿Un pueblo británico donde las matrículas son españolas…? El doblaje, si bien bueno, no es nada del otro mundo, y palidece cuando lo comparamos con la VO o incluso otros doblajes como el de la serie Roma, por ejemplo. Ahora mismo, Refugiados, que se anunció como la serie del siglo en España, ha sido o bien ignorada por la crítica o vapuleada, y tiene un paupérrimo 4,7 en Filmaffinity (El ministerio del tiempo, por ejemplo, tiene un nada desdeñable 7,1), pero yo quiero romper una lanza a favor de ella. Pesa mucho en su contra el reciente estreno y revuelo que ha supuesto la serie de La 1, el ser un drama y no una comedia de aventuras como el MdT, y que la ciencia ficción es aún vista como algo “friki” entre la mayor parte de la audiencia, pero no es una calamidad de serie como he leído por ahí, ni a mi me aburrió, ni mucho menos.

Creo que Refugiados puede llegar a ser una gran ficción si el guión mantiene lo ya expuesto y comienza a subir, porque el apartado técnico ya lo tiene asegurado. Creo que han pesado demasiadas cosas en contra en el momento de su estreno, que la publicidad de que algo es “lo mejor de la Historia”, ya empieza a sonar a rancio (recordemos el tema Avatar) y que la crueldad crítica es algo que engancha, y muchas veces no nos paramos a ver todo el esfuerzo que hay detrás. Refugiados no intenta ser una producción gigantesca, con ínfulas de arrasar, sino una ficción de calidad, en un entorno más bien discreto, y apoyándose más que en la espectacularidad, en sus personajes y su factor psicológico. Yo, desde luego, el jueves no me la pierdo. Y brindo por esta Edad de Oro cultural que estamos viviendo.

Archivado en Atresmedia, BBC, Ciencia ficción, Coproducción, David Pinillos, Drama, La Sexta, Natalia Tena, Refugiados
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