Ser adulto es estar solo, decía Rousseau, y así es como se siente Gloria. Una mujer de 58 años y sola en la vida. Divorciada y con el síndrome del nido vacío. Los niños ya no son niños, y aunque ejerce de madre y abuela, no la necesitan a todas horas, no es imprescindible. ¿Qué hacer? El que no para, no piensa. Es una mujer luchadora, con agallas, se enfrenta a sus necesidades. Llena sus horas libres de actividades “extraescolares”, desde yoga a risoterapia, y cuando cae la tarde, olvida a sus vecinos locos, y se va de caza por esas pistas de baile carnívoras que hay en Santiago para gente que peina canas. Allí es el blanco, y solo consigue ser rehén en aventuras sin sentido. El director Sebastián Leilo se explica así:
El mundo está lleno de Glorias, no sólo en Chile sino en España, en Francia, en Alemania. La película reivindica los derechos de esa generación a seguir viviendo, bailando, con el convencimiento de que aún queda mucho camino por delante
Bailando. Una noche, conoce a Rodolfo (Sergio Hernández), un hombre de 65 años, recientemente separado, que se enamora y obsesiona con ella. La intimidad del flirteo embarca en el velero de la pasión, el camarote arde y la chimenea echa humo. Sin perder la ola buena, arranca el crucero del compromiso: hasta que llega el temporal. El capitán se pone nervioso. Ella le presenta a su familia. Y él… no. Rodolfo soporta una gran carga sobre sus espaldas. Su enfermiza dependencia con sus hijos y su exmujer. Esto provoca escenas francamente desconcertantes y… graciosas. En serio, retozarás en el charco de barro con su delicioso patetismo. Recuérdame cuando despiertes de tu borrachera en la playa…
¿Será la última oportunidad de Gloria para ser feliz en pareja? ¿Su último barco antes de la vejez? ¿Hay que agarrarse como sea a ese bote salvavidas?
Mientras en otras latitudes siguen obsesionados por esa enfermedad que se pasa con el tiempo, a la que llaman juventud, Sebastián Leilo corre la cortina de una vieja casona, y deja ver una mirada madura y chispeante. Experiencias y errores pasajeros que no tienen edad. Deslices… que te dejan cicatrices en la espinilla y remiendos en el corazón. En Hollywood las actrices se quejan de que no hay papeles atractivos para las mujeres que sobrepasan el medio siglo… pues a estas horas, seguro que ya envidian a Paulina García.
La actriz a la que algunos críticos califican como la Meryl Streep de América Latina, lleva todo el peso de la historia. Se mueve con gracia y elegancia, y desborda encanto. El Oso de Berlín sabía a quién se abrazaba…
Gloria es un mono sin plátano, una cerradura sin llave, una botella sin tapón, un gato sin pelo que da repelús, necesita amor, está dispuesta a entregarse. ¿Y si solo necesitara cariño? El que le procura Sebastián Leilo, por ejemplo. El director está enamorado de su personaje y se nota. Cómo la mira, cómo la retrata en la oficina y en la cama, cómo la humaniza, cómo prepara sus escenas pensando en ella.
No puedo imaginarme el mismo guion, la misma historia, vista por otros ojos, enfocada con otras manos. Podrían hacer añicos esta joya y arrinconar las virtudes de nuestra amiga para poner el zoom en sus defectos. Sería otra película, claro. Es más, simplemente, con que hubiera agarrado este proyecto un director más frío, que no empatizara tanto con el personaje, que no sintiera esa complicidad, un director más justo y equilibrado, habría hecho girones la percepción que nos ha dejado la personalidad de Gloria. ¡Y sería una pena! ¿Por qué se venera tanto la objetividad si no somos objetos?
Esta película chilena respira ternura y sopla en nuestra cara para provocar la risa. Comprendes y admiras a Gloria gracias a una interpretación compleja y genial. El personaje está muy bien definido y escrito, se presenta real y transparente, fuma marihuana, se emborracha y… no cuento más. ¡Marihuana, sí! ¡Te estás riendo! Ésa es tu debilidad, Gloria posee un afilado sentido del humor que se clava en la piel buscando emociones que brotan a borbotones. La esperanza de vida se alargó, las arrugas corretean por el parque a las seis de la mañana, los 60 ya no son los 60 de antes, ahora la gente ya no se queda en casa vegetando esperando al esqueleto de la guadaña. Ahora puedes seguir bailando.
Gloria de Umberto Tozzi, sin ir más lejos, o Eres de Massiel o Libre de Paloma San Basilio, o I feel love de Donna Summer, o Nosotros de Daniel Santos, o… Aguas de março de Tom Jobim y Elis Regina. Uno de estos éxitos, me pone la carne de gallina. ¿Por qué no soy un avestruz? ¿Por qué cuento secretos que debería llevar a la tumba?
Si el año pasado tuve la suerte de ver NO de Pablo Larraín en el Festival de San Sebastián, este año he disfrutado muchísimo de Gloria, donde Pablo es el productor. El cine chileno está de moda. Una película que te hará pasar un buen rato, y quizás, solo quizás, te haga reflexionar. ¿Sientes el vacío? ¿Tú tampoco tienes tiempo para pensar en eso? No pares…
El paintball es un deporte, no una guerra. ¿O era al revés? Sirve para descargar adrenalina y malos rollos. No digo más…
¿Crees que Gloria es una cobarde que se rinde, o simplemente encuentra su verdadero yo, ha madurado, y ya podrá vivir en paz y libre? ¡Ábreme los ojos! ¡Ponme gafas de pasta!