La otredad: La amenaza de lo extraño

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Tercera y última entrega de la serie “La otredad”. El otro, como ya hemos podido ver, nacía, por una parte, del desdoblamiento del yo que sacaba la versión deseada y bloqueada de uno mismo; y, por otra, la alteridad era el inicio de una relación amorosa construida como un pacto de aceptación mutua. En este último capítulo la narración construye al otro como un extraño que supone una clara amenaza. Apocalyto y The New World nos ayudarán a entender esta última manifestación de la otredad.

La otredad

Todorov:

En esta sociedad sobreestructurada, un individuo no puede ser el igual de otro, y las distinciones jerárquicas adquieren una importancia primordial.

Posemos nuestra mirada sobre un momento destacado de la historia (no comprendido en su totalidad por todos, aunque, y disculpen, no será aquí donde despejen todas sus dudas): 1492. El choque cultural que supuso la llegada de las potencias europeas a tierras americanas, no fue, sino, otro claro ejemplo de imposición jerárquica dentro de un grupo humano. El mal llamado “nuevo mundo” se fracturó con la llegada de los españoles, y los allí presentes quedaron separados en ese momento en dos bandos: en un lado, los nativos; en el otro, los españoles o colonizadores, como guste.

Realizando un ejercicio repleto de fantasía, se podría decir que en ese momento la historia se bifurcaba, limitándolo mucho, en dos caminos: el camino en el que el recién llegado trataba de comprender y respetar al habitante de aquellas tierras; y otro camino que, desgraciadamente, fue el que se tomó: la superioridad técnica se hizo más evidente si cabe, y el militar español decidió taparse los ojos, tratar al americano como a un otro extraño que supone una amenaza y colocarlo por debajo en una escala jerárquica impuesta y manipulada. En el final de ese camino ya sabemos lo que se encuentra: la conquista colonización de América.

El habitante americano, pues, con su escasa indumentaria, su falta de adecuación al modelo europeo y sus rutinas extrañas, fue demonizado y esclavizado.

La otredad

Mel Gibson nos regaló en 2006 una obra excepcional (algo que como director ha conseguido siempre) a la que tituló Apocalypto. Gibson situó la trama antes de la llegada de los españoles a suelo americano, lo que demuestra que la colonización no es el primer ejemplo de imposición jerárquica de un grupo que destaca, principalmente, por la fuerza.

Mel Gibson es consciente del desequilibrio y separación que pueden producirse entre dos o más grupos, y trabaja su narrativa desde ese punto. El inicio de la película trata de proyectar interiormente un poblado colindante al gran Imperio maya. Todo el entramado, que conforman sus habitantes, sus rutinas, su construcción social en base a la igualación, se desnuda ante el espectador, invitándole ficcionalmente a formar parte de ese grupo. Lo que en un principio podría suponer un fuerte choque para el espectador, por la singularidad de ese grupo, se resuelve, por decisión de Gibson, en que el espectador tome ese primer camino que antes citábamos: comprender y respetar lo que en un inicio se presenta como desconocido.

Pero el resquebrajamiento de la situación actual (dando inicio a la peripecia) no tarda en llegar y comienza un encadenamiento de sucesos que llevará a este poblado a ser sometido por una fuerza mayor que será el Imperio maya, y éste, a su vez, será presa de las potencias europeas. Entre tanto caos, la cámara seguirá a un joven que escapa de las garras del orden superior y que luchará por su supervivencia y la de su familia.

Sin destripar nada del argumento, la escena final es significativa para comprender la movilidad de las escalas jerárquicas, permitiendo que los que hasta entonces eran rivales unan su fuerza para hacer frente a una colosal amenaza que se cierne sobre ellos.

La otredad

La alteridad también es la excusa narrativa que toma prestada Terrence Malick para construir su versión de la leyenda de John Smith y Pocahontas, y proyectar hacia el espectador la evolución del choque cultural que supuso el acontecimiento que da vida a este texto. The New World pondrá el foco en la llegada del extranjero y su comunicación (verbal y no verbal) con el indígena.

Malick será el encargado de colocar un espejo delante de los dos polos. Este espejo, en ocasiones, logrará realizar su función de hacer desaparecer la diferencia y acercar a figuras de cada uno de los bandos (capitán John Smith y Pocahontas); pero también pondrá de manifiesto la debilidad de ese espejo y la posibilidad de que las diferencias se acrecienten y una línea imborrable se trace para separarlos. Los dos caminos de nuevo frente a frente. El otro como el buen salvaje que se manifiesta como un igual; el otro como la amenaza a exterminar.

Alvar Nuñez Cabeza de Vaca :

…Otro día los indios de aquel pueblo vinieron á nosotros, y aunque nos hablaron, como nosotros no teniamos lengua, no los entendiamos; mas hacíamos muchas señas y amenazas, y nos paresció que nos decian que nos fuésemos de la tierra; y con esto nos dejaron, sin que nos hiciesen ningun impedimento, y ellos se fueron…

Y aunque había afirmado que en este artículo no era probable que se disiparan las dudas de aquellos que las tuvieran sobre la llegada de los europeos a América, sí me siento en la obligación de recomendar la siguiente lectura que, por otra parte, me sirvió de fuente para lo leído aquí. Para lograr adquirir un punto de vista más general, sin mediaciones históricas, políticas o sociales, lean la antología Crónicas de Indias editada en Cátedra. Aprender del pasado es una acción que nuestra especie no suele tener muy en cuenta.

Archivado en Apocalypto, Cátedra, Crónicas de Indias, Mel Gibson, Terrence Malick, The New World
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