Muchos autores defienden que toda gran historia comienza con un viaje y así precisamente comienza Factotum: con Henry Chinaski llegando a Nueva Orleans en autobús, con lluvia, con soledad, con incertidumbre y, en el tercer párrafo, un pensamiento de que quizá esta vez las cosas puedan ser diferentes.
La historia de Chinaski es el relato continuo de un alcohólico atrapado en trabajos absurdos y embrutecedores que aprovecha la más mínima oportunidad para fundirse todo su dinero en beber y apostar en las carreras: es el relato de un antihéroe americano, un personaje que vaga por el mundo sin encontrar sentido alguno en todo cuanto le rodea. Pero no todo en Factotum es decadente y carente de sentido: Chinaski olvida sus males cuando se detiene a escribir y la esperanza de poder sentirse algún día escritor le permite continuar con su vida. Ordenar las palabras sobre el papel le ayuda a continuar viviendo a pesar de su enorme dificultada para integrarse en la sociedad.
La vida de Chinaski es, en gran medida, la del propio autor: un Bukowski que observa todo cuanto le sucede y le rodea para ir construyendo su propio discurso literario a base de retazos de realidad y capacidad de síntesis y que contribuyó al alumbramiento de un nuevo movimiento literario (el realismo sucio).
Desde el punto de vista estructural la novela se articula sobre ochenta y siete pasajes que van desde unas pocas líneas hasta las cuatro o cinco páginas, proporcionándole un aspecto irregular y caótico que nos acerca al propio caos de la vida de Chinaski.
Esta estructura, en ocasiones inconexa, constituye un acercamiento más al personaje y nos ayuda a conectar con su forma de vivir y de sentir: en la ruptura entre escenas atisbamos la enorme dificultad del personaje (y quizá también del autor) para construir una imagen conexa y coherente de sí mismo.
Desde el punto de vista humano Factotum se muestra como una novela imprescindible no tanto por su brutal crítica hacia el sueño americano como por su capacidad para mostrarnos los resultados de ese sueño: personas vapuleadas y denigradas por el sistema hasta tal punto que ya no les importa vagar por el mundo como despojos.
En este libro (al igual que en la mayor parte de la obra de Bukowski) se hayan mezcladas la capacidad de conmover y horrorizar, de divertir y asquear, de hacer pensar y dejarlo correr. Un imprescindible que no debiera faltar en ninguna biblioteca.
