“Intemperie”, una novela que abrasa… la piel

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El libro del momento. Desde que me lo dejó un amigo, me pone ojitos acomodado en los escaparates de las librerías. ¿Un fenómeno del márquetin hispano o una historia que nos sobrevivirá a todos los lectores? Si eres “alguien”, seguro que ya has participado en algún debate, seguro que eres un furibundo defensor o una mosca cojonera para Jesús Carrasco. Yo juego en el equipo de Juan Nadie, y hoy lanzo mi pelota. Una opinión sin intereses… y probablemente, sin interés. La trashumancia nos espera…

Jesús Carrasco

Te voy a contar una historia absurda. Enciendes la radio, aburrido, y buscas en el dial algo interesante. Vamos a ver qué tenemos, te dices. Un coloquio de fútbol, los 40, política ligera libre de honduras, noticias de agencia… hoy ni siquiera te paras en Rock FM, ¿tendrás fiebre? ¿Se te arruga el cerebro más de lo recomendable para ser feliz? Y de pronto, encuentras una emisora misteriosa que habla de libros, charlan sobre una novela singular publicada por un autor novel, ¡y la ponen por las nubes! El dedo se me agarrota y aúllo en la oscuridad de mi habitación. No busques más, chico, quédate aquí.

¿Quién ha dicho eso? ¡Maldita frase! ¿HAL 9000? ¿Rick Deckard? No lo sé, pero esa voz que ha retumbado en mi cabeza y que parece la de Constantino Romero, tiene razón. Y me quedo a este lado de la luna. Vale, vale, sé que esta anécdota suena a locura y quizás lo sea. O a ciencia ficción, y yo no soy Ray Bradbury. Ni Jack Torrance. ¿Qué extraño ser preferiría ilustrarse antes que escuchar a Tomás Roncero en Punto Pelota? ¿Qué extraño ser preferiría escuchar una recomendación literaria antes que bailar “suavecito” el último éxito del reguetón? Nadie. Tuve un segundo de debilidad.

Gracias a Dios nos encontramos ante un hecho excepcional. Una oveja negra en el rebaño. Si todos nos saliéramos del redil, los 40 buscarían al Alí Babá que les robó la lámpara mágica, Messi no sería portada de los periódicos un día sí y otro también, y la noticia más comentada por los tertulianos de cabecera, sería que nuestros políticos mendigan votos por las calles, sabedores de que ya nadie cree sus mentiras sin fin. El mundo patas arriba, oigan.

Intemperie

Intemperie es la primera novela de Jesús Carrasco (Badajoz, 1972). Una historia diferente y sugestiva que deberías hojear y comprar… para tener tu propia opinión. Lo primero el consejo, y pisándole los talones, el aviso: puede que te sientas lapidado al pasar sus páginas. Te caerán piedras por todas partes. La narración provoca ansiedad e inquietud, su estilo es artificioso y encontrarás las palabras más rebuscadas y ostentosas que has leído en años… ¡todas juntas! Y sin embargo, eso no te propulsará hacia el mando de la tele para apretar con saña el botón rojo, ni sentirás la repentina necesidad de morder el cuello de Stephanie Meyer. No es tan grave. Se lee de tirón.

Antes de disparar esa bala debí colocar un par de almohadas para no hacer tanto ruido. Si eres un tibio indolente, no necesitarás sacar el diccionario para entender la historia. Tranquilo, machote. Y si eres un urbanita con ganas de aprender, agradecerás que el señor Carrasco rescate ese vocabulario del olvido. Es nuestra riqueza.

En la radio escuché que lo comparaban con Delibes y Cormac McCarthy, y eso me dejó helado. ¿Será posible? ¿Qué autor en su sano juicio dejaría que lo equipararan a esas personalidades sin presentar una demanda en el juzgado más cercano? Huy… no he parado de teclear palabras insulsas, y todavía no he explicado de qué va esto. Qué nos cuenta esta historia sencilla y lineal. La sinopsis, por favor:

Un niño se escapa de casa y escucha, dentro de su escondite los gritos quienes le buscan. Una noche se cruzan con un viejo cabrero y, desde entonces la vida de los dos cambia por completo. En el mundo en que viven la moral ha huido y el niño tendrá la oportunidad de decantarse por la razón y la justicia o seguir los ejemplos violentos que vivió desde que nació y que le hicieron escapar.

La narración transcurre en la España profunda y es obligado subrayar, que es atemporal. No hay pistas o datos exactos, que nos ayuden a ubicarnos o a deducir la fecha concreta. Tampoco hay nombres. El chico, el cabrero, el padre, el alguacil… una historia de hombres. Iba a poner duros… y quizás no ande desencaminado, aunque he estado a punto de tachar la palabra. Hombres duros. Sin adornos, sin mujeres. El cabrero no interroga al crío cuando aparece, no le interesa por qué se ha escapado de casa. El niño por su parte, abre los ojos y aprende, sufre y actúa o actúa y sufre, y aunque duda, tampoco pregunta. Ni siquiera el nombre del cabrero. Por no hablar del alguacil…

La intemperie le había empujado mucho más allá de lo que sabía y de lo que no sabía acerca de la vida. Le había llevado hasta el mismo borde de la muerte y allí, en medio de un campo de terror. Él había levantado la espada en lugar de poner el cuello. Sentía que había bebido la sangre que convierte a los niños en guerreros, y, a los hombres, en seres invulnerables.

Intemperie

El paisaje es un personaje más, un secarral; y el tiempo, muy seco y caluroso, la espada de Damocles. Los protagonistas son parcos en palabras. Como los vaqueros. El amigo que me prestó el libro me lanzó una soga al cuello cuando me lo metió en el bolsillo del abrigo. Me dijo entre dientes y escupiendo un palillo, “es un western”. Podría ser. Pero España no es Texas, aquí la ley del talión la llevamos en los genes.

Puestos a jugar y a buscar referencias, yo no me quedaría en Los santos inocentes, de Miguel Delibes, o La Carretera de Cormac McCarthy, ¿por qué no añadir La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, Los 400 golpes de François Truffaut y el sudor pegajoso y el polvo, que nos trae a la memoria El tesoro de Sierra de Madre de John Huston? ¿Y si incluimos los personajes de Dickens y Stevenson? ¿El alguacil podría ser una especie de Robert Mitchum en La noche del cazador, cuya sombra recorta el horizonte?

Otro día hablaremos del final tomando un café con leche, hoy no quiero desvelarte demasiado, no quiero marcar mi poder. Venga, voy a dejar dos huellas para que rastrees. Te diré que me gustó, aunque pienso que el autor debió lanzarse al barro sin pensar en las consecuencias, le faltó ensuciarse un poco más. Es una novela que abrasa… la piel. Y podría habernos llevado directamente al infierno. La otra pisada. A lo que no pongo ninguna pega, porque está fantásticamente descrito, es al esfuerzo y a la agonía del niño, su afán por sobrevivir es memorable. Un héroe.

Jesús Carrasco ha construido un muy buen relato, de estructura clásica, que probablemente, sea la primera casilla de una brillante carrera. Al principio puede que te veas subiendo una cuesta muy empinada, sudando como un gorrino, y quieras retirarte. ¡No lo hagas!

Archivado en Intemperie, Jesús Carrasco, Libros, Literatura, Novela
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