Una infancia difícil, prostitución, abusos sexuales, detenciones, drogas, alcohol, música, amantes pasión, racismo, machismo todo esto decorado con flores en la cabeza. Así, con estas flores encaraba Billie Holliday la vida, a pesar de su miserable infancia y de su tormentosa madurez.
Eleanora Fagan nace en Filadelfia el 7 de abril de 1915. Siendo adolescente se refugió en la música y mientras su madre trabajaba en una casa de prostitución en Nueva York ella comenzó a cantar en clubs locales. Empieza a convertirse en Billie Holiday, a convertirse en una de las voces que más ha influido en la Historia de la Música del siglo XX y sin saberlo empieza a convertirse en leyenda y en fuente de inspiración como lo fueron para ella Bessie Smith y Louis Armstrong.
John Hammond, productor y crítico musical, pasaba por Harlem y escuchó la voz de la joven Billie. Fue entonces cuando se dispara la carrera de la que hoy es considerada la mejor cantante de jazz, comienza a grabar sus primeros singles llegando a ser una de las primeras mujeres afroamericana vocalista en una orquesta de músicos blancos.
Empieza la grabación entonces de sus temas más conocidos como Strange Fruit, tema desgarrador sobre el linchamiento que sufrían los afroamericanos en el sur y que en un principio su compañía Columbia rechazó. Ese rechazo no sirvió sino para que Billie sacara de los mitines la canción protesta y la llevara a los escenarios de los clubes interpretándola con pasión y sufrimiento.
Billie siguió cantando, llenando clubs y triunfando incluso en Europa, mientras era arrestada por consumo de drogas, mientras sufría con relaciones tormentosas y su voz se apagaba. Todo este cockteil decidió compartirlo en su autobiografía Lady sings de Blues en 1959 con William Dufty como co-autor.
Una tormentosa y oscura vida para alguien que en su día fue conocida como Lady Day, curiosamente un nombre optimista y positivo. Una dama del jazz que 100 años después sigue estando presente.