Son los venecianos junto a los flamencos los que difunden el óleo. La principal aportación es del gusto por el color, la captación de la luz, los fenómenos atmosféricos y el gusto por el lujo.
Venecia apuesta por el color, que jugará un papel fundamental frente a la superioridad del dibujo. En la exaltación del color, tendrá una influencia mayor en el barroco que otras escuelas. El color es importante por varios motivos, la vinculación con el arte bizantino, iconos y mosaicos de amplia y rica gama cromática y sobre todo por la relación de Venecia con el mundo oriental.
Tiziano tuvo una notable fama entre sus contemporáneos como retratista. La naturalidad y la profunda captación de la personalidad que lograba con una aparente sencillez, hizo que los poderosos de la época compitieran entre sí por el honor de ser retratados por él.
El joven Ranuccio fue retratado a la edad de 12 años, a pesar de lo cual ya muestra la seriedad de un adulto, consciente de su posición social. Este retrato inicia una larga relación entre Tiziano y la familia Farnese. El abuelo del joven Farsese, el papa Pablo III, fue varias veces retratado por el pintor.
Retrató como nadie a Carlos V, convirtiéndose en su pintor oficial, en su “Apeles”. Esto se refleja más que en ninguna obra en La batalla de Nuremberg. Nadie podría pensar que Carlos V llegó a esta batalla agotado y postrado. O acaso sí, pues los pinceles de Tiziano lograron la maravilla de contar la historia real por debajo de la imaginada, y si nos fijamos con atención en el rostro del emperador, vemos todo su cansancio vital, su hastío ante un problema que (pese a la victoria) no tendrá solución, pues los luteranos de la liga Smalkalda dirigidos por Felipe de Hesse perderán en el campo de batalla, pero ganarán la guerra final.
Tiziano fue capaz de crear un tema iconográfico que utilizarán todo el barroco pintores como: Rubens, Velázquez, Bernini… y llegará hasta el mismísimo Napoleón cruzando los Alpes, ya en el siglo XIX. Su éxito rotundo se crea en la combinación de varios factores. Por una parte recoge la idea romana del retrato ecuestre, cuyo mejor ejemplo conservado era el de Marco Aurelio.
En ella, como en las decenas que debieron coronar arcos triunfales, el caballo es el asiento del poder basado en las armas pero también en la capacidad de dirección. Curiosamente, el emperador no lleva un arma moderna, sino una larga lanza muy poco efectiva que tiene más de símbolo que de instrumento; de la misma forma, cuando Velázquez retome estos retratos ecuestres utilizará el bastón de mando para indicar la importancia de la dirección, del poder de la inteligencia y de la organización más que de la fuerza.
Crea así el llamado retrato de aparato, en donde, además de la captación psicológica, se retrata algo más complejo, el cargo político del retratado. Una pintura de ideas destinada, como hará constantemente el posterior barroco, a la propaganda como uno de los múltiples mecanismos que tendrá el poder absoluto para subordinar al pueblo.
Al modelo romano-renacentista Tiziano le une, la famosa pincelada suelta, que le permite incluir la figura en un paisaje realista y dar a los distintos elementos una fuerte sensación de realidad, por medio de las texturas, el acero de su armadura brillante, la suavidad de las plumas del yelmo, lo sedoso de la piel del caballo. Con esto, como tantas vences hará Tiziano, convierte el símbolo en una pura elaboración mental, en una imagen puramente visual que nos entra por los sentidos sin necesidad de pensar demasiado, adelantándose de esta manera, una vez más, al Barroco.
En esta misma línea, el color tendrá una importancia decisiva, hay un color dominante, el rojo: de los adornos pero también del atardecer, en el que supuestamente se paró el sol para que el emperador pudiera atacar. Este color, unido a la guerra pero también al poder, es el color que más llama la atención al ojo humano y carga de tensión cualquier contenido, como bien aprenderá de Tiziano el futuro Caravaggio. A esto hemos de unirle una composición equilibrada. Que dará lugar a una larga serie de cuadros de “aparato”, muy imitados hasta nuestros días.
¿La pintura veneciana fue determinante para el arte occidental?