¿Sufres de glasofobia? Te voy a ahorrar el tiempo de búsqueda y te diré que la glasofobia es el miedo o la ansiedad a hablar en público. A lo mejor no es tan grave en tu caso, a lo mejor sólo sientes que te estás quedando sin aire, que de repente sientes los efectos del calentamiento global mucho más o que tu voz tiembla más que tus manos. Si alguna vez has estado en esta situación y desde entonces siempre dejas a otros que reciban los aplausos finales de una presentación creo que te puede interesar lo que te voy a decir: siete consejos lógicos y prácticos que podrás aplicar a partir de hoy –si quieres, por supuesto–.
A la gente le encantan los cuentos. Aunque no reconozcan que les gusta cotillear, por lo menos a ratos, un cuento siempre atrae más que una definición o un teorema. Además, esto hace que todo el mundo se relaje, tanto tú como ellos. Algo cortito, relacionado con lo que vayas a decir, mantendrá la curiosidad de tu audiencia, y eso es justo lo que quieres: un público curioso.
No quieren que les impresiones, quieren que los respetes. Normalmente tenemos esa intención de impresionar, de querer dejarlos con la boca abierta, de vernos finalizando nuestra presentación encima de un pedestal y que todos sueñen con ser nosotros. Pero seamos honestos, si nuestras palabras o acciones sugieren algo parecido a “soy mejor que tú”, a la gente no le va a interesar mucho lo que vayamos a decir.
A la gente le interesa si… Si de verdad te apasiona lo que dices, si de verdad quieres que ellos se enteren de lo que les estás explicando, si los motivas. Si das a entender que tu intención es hacer que sus vidas sean un poco más fáciles y que ellos sean más felices entonces te escucharán. Les importa si a ti te importa, y si te importa deja que se note.
Tú mirada eres tú. Por algo nos suena este eslogan: no confiamos en las personas que no nos miran a los ojos. Si los miras a los ojos y no mueves tu mirada rápidamente, si les dejas tiempo para observarte van a sentirse importantes, van a sentirse involucrados; hará que tu presentación parezca una conversación. Por esta razón, no mires más a tu soporte visual –PowerPoint, Prezi– que a tu audiencia, porque la conversación la mantienes con ellos.
La preparación lo es todo pero no por las razones que tú piensas. ¡Ojo! No te lo aprendas todo de memoria porque siempre se nota y parecerá algo falso y sin alma. Es importante que lo tengas todo bien organizado pero deja que a la vez sea también algo personal. Los demás sentirán que te has interesado por cómo será tu audiencia si tu presentación está hecha a su medida.
Si vale la pena decirlo, también vale la pena repetirlo. Con razón se ha dicho que la repetición es la madre de la retención. Los científicos nos indican que algo que escuchamos repetidas veces se convierte casi automáticamente en algo creíble, en algo convincente.
¿A quién no le gusta la música? No te estoy diciendo que tomes clases de un DJ profesional, me refiero al tempo de tu voz, a jugar con las pausas y con la intensidad. Muévete por tu escenario, enumera tus ideas con los dedos de tu mano y haz pausas, subraya en alto tus palabras claves y dales tiempo de contestar en sus mentes a las preguntas retóricas.
Como puedes ver, no es una receta, son unas recomendaciones. En realidad son siete recomendaciones. ¿Por qué siete? Pues porque nuestra memoria tiene límites y si presentas más de siete conceptos la gente se cansa; así que no te pases de siete puntos en una presentación –según las últimas investigaciones las presentaciones de tres o cuatro puntos son incluso más eficaces–.
Te reto a que los uses la próxima vez que vayas a hacer una presentación y después de ella que me comentes si te ha ido mejor o no.
Los trucos están muy bien, pero creo que lo mejor es dominar el tema del que se habla