Son las ocho de la noche. La biblioteca de la universidad deja ver desde sus ventanas una Luna en cuarto creciente ideal para una estampa fotográfica o para la versada pluma del poeta. Hay poca gente en este templo del saber, así que me puedo dar el lujo de dar un vistazo a lo que sucede en Facebook antes de hacer un mediocre intento de poesía o caer en la tentación de jugar al fotógrafo con Instagram. Ya saben, esas cosas que casi no suceden en nuestros días.
El “Cara libro” está repleto de referencias curiosas al discurso de la alcaldesa de Madrid. Había resistido la tentación, pero la insistencia ha terminado venciendo. Recuerdo que en una ceremonia de cierta importancia en la que estaba presente, y que mi madre pudo presenciar gracias a la magia de Internet (que también es real), un alto funcionario pronunciaba un discurso en inglés. Bueno, al menos eso intentaba. Cuando le pregunté a mi madre si había entendido lo que el susodicho había intentado decir me dijo que no. ¡Pero si su inglés era perfecto!, dije ironizando. ¿Inglés?, preguntó mi madre, pensé que estaba hablando en catalán.
Sin duda que la pronunciación de la lengua inglesa no es uno de los fuertes en las regiones de la península ibérica. Pero más allá de la anécdota y lo gracioso que resulta (no son los únicos), me llama la atención el énfasis que se pone en una frase harto significativa: relaxing cup of café con leche. Varias cosas que decir sobre ello una vez que la risa pasa. Un momento que aquí viene de nuevo. Listo, se ha ido. Lo primero es intentar contextualizar el contenido: se trata del último discurso antes de la votación para determinar la sede de los juegos olímpicos en 2020. Por tanto, hay que intentar convencer y seducir a los miembros del Comité Olímpico Internacional para que otorguen su voto. Todos cuentan con auriculares para la traducción simultánea, por lo que las dificultades para hablar el idioma pueden pasar a segundo plano y quedar como algo anecdótico (sin dejar de ser ligeramente vergonzoso).
Se entiende, entonces, que la intención de Ana Botella sea la de mostrar las virtudes de Madrid. Menciona, de hecho, la mezcla de tradiciones presente en la capital española. Algo interesante, aunque quizá lo que se esperaría es que se dedicara a recalcar lo específico y especial que tiene la ciudad, particularmente en relación con el deporte y el espíritu olímpico. De manera que lo que no se puede entender es la intención de vender algo tan genérico e irrelevante como el café con leche como una especie de marca de la ciudad (cambiando de idioma para decirlo). Desconozco si la famosa Plaza Mayor cuenta con locales particulares donde esta bebida sea preparada con peculiar esmero y talento, pero resulta claro que una taza que combina café y leche no trae a la imaginación las peculiaridades de la plaza madrileña. Sin duda que hay una infinidad de opciones más representativas para ser utilizadas en un discurso que, por otra parte, no es que esté mal estructurado y se ve que fue bastante ensayado para ser dicho de manera pausada buscando mitigar las obvias dificultades.
Pero más allá del desatino queda una cuestión abierta: ¿a quién se le ocurre vender una taza de café como relajante? El café es una bebida de notorios efectos estimulantes. Si bien la cafeína puede llegar a generar un efecto contrario en algunos sujetos, es indudable que la gran mayoría experimenta justo lo opuesto a un efecto relajante. ¿Será que la cafeína en la Plaza Mayor de Madrid es distinta a la del resto del mundo y por eso es digna de destacarse? Quizá hemos entendido mal a la alcaldesa y es esto lo que buscaba decir para asombrar a los miembros del COI. De otra manera no se entiende que en un discurso, en el que es evidente que se ha invertido bastante tiempo, pase por alto este pequeño detalle.
Será interesante, por tanto, saber si el ahora famoso discurso lleva hordas de turistas (más de los casi ocho millones anuales de los que hablaba Botella) a probar esa relaxing cup of café con leche en Plaza Mayor. Mientras tanto, seguiremos celebrando la vida y divirtiéndonos con los derivados y secuelas del momento estelar de Ana Botella. Al menos nos hace recordar las bondades del café y ha dado mucha tela para cortar en torno a una de esas bebidas espumosas. Importante lección para la clase política: que el discurso suene bien no significa que tenga contenido. Quizá eso hubiera cambiado un poco la suerte de Madrid en la votación.
El satélite de la Tierra sigue creciendo. O quizá me he equivocado y lo que hace es menguar. Lo cierto es que ahí está, indiferente a lo que hacemos aquí debajo en un mundo en el que dicen que el café puede ser relajante, o puede que sea la leche caliente la culpable de ese efecto. Mejor me levanto por una relaxing cup que ya es hora de empezar a trabajar. ¡Qué tengáis todas y todos un buen inicio de semana!
Genial, hilarante.