Cuando los redactores y críticos, aficionados o no, decimos que se hacen “demasiadas series”, no nos referimos a la cantidad de series de media o baja calidad que se producen al cabo del año y que pasan sin pena ni gloria por nuestro televisores u ordenadores, sino a la cantidad de cadenas/estudios que han surgido en éstos últimos veinte años, en especial con la irrupción de la HBO y sus series de calidad, y que no sólo se conforman con sacar X series al año, sino que todas ellas deben cumplir un mínimo de calidad, y de ahí hacia arriba. Esto viene a coincidir con la actual moda reinante en Hollywood: los superhéroes. Hace unos años, la moda eran películas fantásticas con niños de protagonistas, fuese en un colegio de magos o en un mundo alternativo, para dejar paso a vampiros, zombies, y, ahora, los superhéroes. Desde la renovación de Batman llevada a cabo por Christopher Nolan, y el surgimiento de Marvel como productora de cine (más tarde bajo el amparo de Disney), estamos viendo como el cine se ha volcado con los superhéroes y los cómics en general, dando un poco de lado a los libros, como objetivo a adaptar. Y, por supuesto, la televisión no iba a quedarse atrás: empezando por el Arrow de The CW (y más tarde The Flash), pasando por la normalita y algo marginada Marvel: Agents of S.H.I.E.L.D (próximamente crítica), hasta acabar en el proyecto conjunto entre Marvel y Netflix para adaptar Daredevil y otros súpers “menores” al estilo Vengadores, vemos como Hollywood y los canales de cable se compenetran en ofrecernos entretenimientos de calidad. Y aquí quien no corre vuela.
Pero es que no sólo de canales de siempre vive la tele. Estamos viendo cómo están surgiendo nuevas cadenas que pujan por tener un hueco en la competición televisiva, y es que ya sea mediante suscripción o canales de pago de toda la vida (hablo del modo USA, claro), aquí salimos ganando los espectadores. Canales de pago como la mítica HBO, AMC o FX se encontraron de pronto con un servicio de “alquiler” en streaming llamado Netflix, anunció que empezaría a producir sus propias series y a lanzarlas en su totalidad, no a emitirlas según el método tradicional. Netflix se ha hecho mundialmente conocida merced a series como House of Cards o Orange is the New Black, y ya prepara su desembarco en el grueso de países europeos, España entre ellos. Y no acabó ahí la cosa, pues tanto Amazon como Microsoft o Sony (y Yahoo anda ahí también), anunciaron la creación de contenido televisivo propio, ya sea para ofrecerlo en streaming bajo una suscripción, o para estrenarlo en su propio medio audiovisual y fomentar así el traslado a su plataforma. Este fue el intento de Microsoft con la serie de animación de Halo, y ha sido hace una semana escasa cuando nos ha llegado Powers, la primera serie de contenido propio de Playstation Network, un estudio propiedad de Sony, obviamente.
La adaptación del cómic de Brian Michael Bendis llevaba en marcha desde 2001, buscando una película que sirviese como apertura de una trilogía o saga, pero el proyecto cayó en el olvido hasta que se recuperó con planes a llevarla a la televisión de mano de FX a principios de 2011. Dificultades en las negociaciones y reescrituras del piloto, así como del tono de la serie, llevó a que se aplazase indefinidamente hasta que se anunció su producción en verano de 2014 para estrenarla en Playstation Network. Y con el anuncio vinieron dos sorpresas: el fichaje de Sharlto Copley en el rol protagonista y el del director David Slade (Hard Candy, diversos capítulos de Hannibal) para los primeros capítulos de la temporada.
No he leído el cómic de Bendis (aunque ganas no me faltan), así que no puedo opinar sobre las diferencias que se habrán producido con su adaptación, al menos hasta el piloto. Powers nos sitúa en una Tierra en la que los superpoderes existen, y se manifiestan, usualmente, en la adolescencia. Así, con la aparición de este “siguiente paso en la evolución”, surgen los héroes y los villanos. Estamos en el departamento de Powers, algo así como el departamento de homicidios, pero con súpers implicados. La figura central es Christian Walker, un antiguo superhéroe llamado Diamond que perdió sus poderes (el vuelo y la super fuerza) y ahora es una persona normal, uno de los mejores detectives del departamento de Powers. Sharlto Copley (District 9, Elysium), quien le da vida, es uno de mis actores favoritos, capaz de transmitirte tanto la desesperación de un personaje como de convertirse en un maníaco mercenario (acento sudafricano incluido) en otro. Y, por lo visto en el piloto, aquí va camino de bordarlo. De momento, ya me ha hecho preocuparme por él en ese vertiginoso final de capítulo, y de ver cómo el ser una persona normal le consume por dentro, después de haber sido “algo más”. En cuanto a los demás personajes, se han dejado ver poco, lo justo para definirse como malos malísimos o para abrir boca.
Al ser la primera serie de Playstation Network me esperaba un poco de carestía en los efectos especiales (al fin y al cabo, esto va de superhéroes), pero lucen bastante bien, y espero que se dejen ver un poco más en capítulos venideros. Slade cumple con sobrada solvencia en labores de dirección, y no esperaba menos de él. El libreto, del afamado guionista de cómics y escritor Charlie Huston, es certero, conciso y explica las cosas cuando tiene que hacerlo, además de dejar un par de escenas muy potentes. Como he dicho, no sé cómo está planteado el cómic ni si los superpoderes hacen mucho acto de presencia, y por eso no puedo compararlo con lo llevado a cabo en el piloto, donde se nota un estilo de procedimental policiaco clásico, estilo Sin rastro, que le va muy bien.
En definitiva, Powers ha sentado las bases de lo que se promete como una notable serie policíaco-superheroíca (toma mezcla de géneros Tarantino), con un Sharlto Copley que me ha recordado a la enorme y excelente labor de Mark Strong en Low Winter Sun (esperemos que con mayor fortuna), unos efectos especiales correctos y una historia lo suficientemente atractiva como para enganchar al más escéptico.
