Una de las grandes sorpresas de esta midseason ha llegado inesperadamente de la mano de ABC, digo inesperadamente porque no es habitual que una network aborde tal cantidad de temas incómodos para la sociedad americana como los trata American Crime. De forma muy directa y con toda su crudeza, esta ficción de John Ridley, guionista de la oscarizada 12 Años de Esclavitud, parece un producto de una cadena de cable. En España, la podemos ver en Movistar Series, que emite cada episodio al día siguiente de su estreno en Estados Unidos.
American Crime nos sitúa en la localidad californiana de Modesto, donde se ha producido un asalto en una vivienda con resultado de muerte para un hombre y una mujer herida grave. Aparentemente, el móvil del crimen es el robo pero cuando se va rascando la superficie, salen a la luz multitud de matices que enriquecen la trama. La historia que se nos cuenta es un suceso singular pero que encierra la mayoría de los problemas endémicos de aquel país aparentemente tan cohesionado como es Estados Unidos. La enumeración puede ser abrumadora pero, en menor o mayor medida, todos ellos están presentes. Éstos son: el racismo, las familias desestructuradas, las adicciones, los crímenes de odio, las secuelas de la guerra, la inmigración, la religión y la avaricia a la que nos empuja el sistema. Casi nada para dos capítulos de 45 minutos que llevamos.
Su temática no es nueva, pues son tópicos que planean en muchas de las series que se emiten tanto en las cadenas de cable como en las networks, pero llama la atención que el tono de American Crime sea más propio de las primeras. Está claro que ABC no busca reventar los audímetros en Estados Unidos, sino buscar un target de mayor cultura y poder adquisitivo que le de prestigio, y ya de paso anunciantes más importantes. Una apuesta tan arriesgada como admirable cuyo resultado me ha dejado francamente sorprendido. Un guión desgarrador sin endulzantes, que llama a las cosas por su nombre y pone las cartas sobre la mesa sobre una sociedad muy dividida que sigue adoleciendo de muchos de los males que arrastra durante toda su historia.
En el apartado técnico, nos encontramos una fotografía muy austera propia del cine independiente, que hace un uso muy efectivo de la iluminación, una realización muy cuidada, optando por la expresividad de planos muy cortos y un montaje que puede molestar al principio, cuando se pierde la sincronización de la imagen y el sonido, pero una vez nos acostumbramos se convierte en un recurso muy atractivo. La intencionalidad no es otra que lograr un ritmo narrativo más ágil, logra que nos informemos de lo que pasa mediante los diálogos, mientras la imagen nos va desvelando rasgos del personaje, desde su estado de ánimo hasta los puntos en los que pone más atención. En una cadena de cable, podrían permitirse el lujo de perder dos o tres minutos con silencios secuencias más largas, pero American Crime hace de la necesidad virtud y le sale bastante bien su apuesta narrativa.
Los primeros planos expresivos de los que hablábamos funcionan en parte gracias a la gran labor de los actores, sobre todo de la pareja protagonista, los padres de Matt, encarnados por Timothy Hutton y Felicity Huffman, dos grandes actores que muestran su talento gracias a una mezcla de contención y emociones desatadas. Ambos consiguen mostrarse de sobra convincentes como para que al espectador empatice con los personajes para bien o para mal. Aparte de Penelope Ann Miller y Lily Taylor, actrices de renombre, los demás intérpretes son casi desconocidos por el gran público pero no por ello de menor nivel pues dibujan consiguen personajes del todo creíbles.
Sinceramente, me esperaba muy poco de American Crime, no sé por qué pero las series que se presentan en los upfronts siempre me generan cierto recelo. Quizás por eso mi sorpresa haya sido mayor, porque no esperaba que ABC, muy conservadora en sus últimos proyectos, se arriesgara de esta forma. John Ridley ha conseguido un relato muy duro e incómodo para la audiencia habitual de la televisión en abierto norteamericana, razón por la cual muchos la abandonarán, aunque estamos ante un producto de una calidad notable.