Me ha parecido interesante echar la vista atrás sobre una película que pronto tendrá un remake televisivo, Fargo, del que hace unos días pudimos ver sus siete primeros minutos. En este caso, la producción televisiva estará supervisada por los propios Joel y Ethan Coen, lo que nos tranquiliza, aunque será difícil que logre la excelencia de la película.
Jerry Lundegaard (William H. Macy) contrata a dos matones, Carl y Gaear (Steve Buscemi y Peter Stormare), para que secuestren a su esposa y así conseguir el dinero de su suegro para el falso rescate. Pero la situación se les escapa a todos de las manos, creando un reguero de sangre por allí donde pasan. La encargada de investigar los crímenes será una agente de policía embarazada, Marge Gunderson (Frances McDormand).
Los hermanos Coen han sido los grandes explotadores de este tipo de películas en las que todo sale al revés de lo que debería. Sería justo lo contrario a las películas de atracos en la que todo sale a pedir de boca con la precisión del reloj. En Fargo es muy simple, hay que recorrer un camino recto desde el punto A al punto B, pero sus personajes no son capaces de hacerlo con la simpleza requerida, sino que acaban dando un rodeo para ni siquiera llegar.
Y lo cuentan como mejor saben, con su particular humor negrísimo y grotesco. Construyen de esta manera un retrato de la América profunda, en el que los personajes y situaciones aparecen cómicamente deformados pero sin perder una apariencia dramática. Si pensáramos seriamente lo que vemos en muchas de sus películas nos echaríamos a temblar. Además, saben alternar la comedia con el drama y, sobre todo, con el cine negro, que les lanzó a la fama con Miller’s Crossing (Muerte entre las flores) y posteriormente con No Country For Old Men. Eso sí, su cine es muy negro, en todos los sentidos. Fargo se encuadraría en el primer grupo junto con otras grandes películas como Raising Arizona (Arizona Baby), The Big Lebowski o Burn After Reading (Quemar después de leer).
Fargo tiene un guión y unos diálogos excelentes elaborados para sus actores de siempre. Destacan en esta película William H. Macy, muy sobrio y eficiente, como siempre, Steve Buscemi, que ya empezaba a convertirse en uno de sus actores fetiches, Peter Stormare, antes de convertirse en un recluso de Prison Break y, sobre todo, la gran estrella de la película, Frances McDormand, que ganó un merecido Oscar interpretando a esta agente que investiga una auténtica carnicería sin dramas, sin interrumpir su rutina. No es el detective al uso que se obsesiona con los casos y mira a los demás habitantes desde un pedestal, sino que es una más del pueblo, lo sabe y le da igual.
Comprendo que las películas de los hermanos Coen no son para todos los públicos, no todo el mundo está preparado para su cine violento ni para su humor negro y ácido, pero Fargo es una de las obras maestras de nuestro tiempo y, por tanto, recomendable para todo aquel que no la haya podido ver todavía.