La teoría del todo, ciencia y amor

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Cartel de The Theory of Everything

Este año, como no podía ser de otra forma, el biopic ha llegado a los Oscars y su actor, que sufre una transformación física, es el favorito con hacerse con la estatuilla por su trabajo. Lo que cambia en La teoría del todo es que el célebre personaje, en este caso Stephen Hawkins, comparte protagonismo con su ex esposa, Jane Hawkins, que para eso escribió el libro en el que se basa el filme y con la que estuvo casado durante 25 años.

La teoría del todo nos cuenta ese período en el que Hawkins y su primera esposa estuvieron unidos, la época más importante de sus vidas, desde que cursaba el Doctorado en la Universidad de Cambridge, donde empiezan los síntomas de su enfermedad hasta la ruptura de la pareja allá por 1991. Ya hemos mencionado que esta película biográfica tiene la peculiaridad de que Jane tiene el mismo protagonismo, e incluso más en algunos momentos, que el propio Stephen.

Las películas biográficas a menudo resultan muy largas y aburridas, pero La teoría del todo no lo es para nada. Para empezar, su metraje es de dos horas, bastante contenido para lo que cuenta, y tampoco es aburrido, algo que es muy de agradecer y que se puede explicar es que es un biopic compartido en el que dos personajes llevan el peso de la narración y ésta no sólo recae en uno, que es lo que suele resultar tedioso de este tipo de películas. Si ya el protagonista no es del agrado de uno, apaga y vámonos. Afortunadamente, tanto Stephen como Jane ejercen de contrapeso el uno del otro en ciertos momentos, pero unidos forman un equipo que llenan la escena.

Magnifico trabajo de Redmayne como Stephen Hawkins

Otra de las características que hace que La teoría del todo no sea una película biográfica al uso es que el tema sobre el que gira no es la física ni la actividad profesional del protagonista, sino su parte más personal y familiar, la superación personal, la persistencia y, sobre todo, el amor. Todos estos son valores universales y es por eso que la película consigue llegarnos al corazón. Por supuesto, esto no serviría de nada si no hubiera estado dirigida con esa elegancia y sobriedad, sin florituras formales que hubieran sido un impedimento para que James Marsch lograra un objetivo que ha cumplido con creces.

El director también ha sabido reunir a un casting perfecto, sobre todo la pareja protagonista, cuya química se puede respirar desde el principio hasta el final del filme. Eddie Redmayne está perfecto y difícil será que no gane la estatuilla a Mejor Actor, tras haberse hecho también el Globo de Oro. No me suele hacer mucha gracia que se premie a los actores que sufren una transformación, ya sea realmente física, como el caso de Matthew McConaghey el año pasado y/o apoyado en maquillajes imposibles, pero he de decir que en este caso el reconocimiento seria completamente merecido. Aunque es cierto que me queda por ver el resto de trabajos y emitir un juicio sería demasiado aventurado. También lo tiene difícil su partenaire Felicity Jones, pues su competencia también es grande, aunque estoy seguro de que no tendrá nada que envidiar a sus contrincantes pues su trabajo en La teoría del todo es espectacular. Al contrario que Redmayne, por razones obvias, Jones está más contenida y es precisamente por eso por lo que consigue transmitir en todo momento lo que le ocurre a Jane, una mujer que dedica su vida a cuidar a su marido en detrimento de su realización personal.

Interpreta a Jane Hawkins en La teoría del todo

Todo no va a ser bueno, y entre los defectos personalmente tengo que destacar que, en algunos de los muchos saltos temporales de la película, no está del todo claro cuánto tiempo ha pasado. Se puede intuir por los peinados y la ropa pero realmente ellos dos envejecen muy poco en los 25 años. También hay que reconocer James Marsch juega con nuestros sentimientos al final de la película gracias al precioso tema de Cinematic Orchestra, Arrival of The Birds y al montaje hacia atrás del final, buscando de una forma muy directa y artificial la lágrima fácil.

En definitiva, La teoría del todo me parece una película recomendable para los amantes del biopic, de Stephen Hawkins y de los relatos que te tocan el corazón. Quedarán para el recuerdo los buenos trabajos de Eddie Redmayne y Felicity Jones aunque, eso sí, como película no será recordada como una de las mejores de la historia del cine.

Archivado en Eddie Redmayne, Felicity Jones, James Marsch, La teoría del todo, The Theory of Everything
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