A veces un regalo es un castigo. Un grillete. Esa lámpara que te regaló tu suegra en la boda y que mandarías al carajo de una patada, por ejemplo. Pero no lo haces, ahí está, en el salón. Riéndose de ti cada día, encendiendo tus entrañas. No diré quién, ni por qué, pero hace unas semanas cayó en mis manos la novela de Ángela Becerra que hoy voy a reseñar. Y no pude colgarme de la lámpara como un gato, mi inocencia dibujó una sonrisa de payaso en mi cara.
Memorias de un sinvergüenza de siete suelas. Así se llama. El título parecía interesante, atractivo. En mi tenebroso cerebro saltó un flash: Memorias de un amante sarnoso. Y sonreí al volver la vista atrás, ¡qué tiempos! Incluso repasé mentalmente el lugar exacto que ocupa en una de mis estanterías, el libro que escribió Groucho Marx mientras esperaba a que su mujer se vistiera para salir.
Bien, a lo que iba. Esta vez no había expectativas ni prejuicios ni bigotes pintados, su autora era una desconocida en mi rústica biografía literaria, y desde luego, juro sobre mi tumba y podrás escupir si miento, que hasta que sentí el peso de sus 459 páginas en mis zarpas, jamás había oído una palabra de esta novela. ¡Inculto! ¿Qué será lo próximo? ¿Reconocer que no has leído a Jorge Javier Vázquez? ¡Más madera!
Hace un par de días que ya no toco esta batería, dejé macerando mis opiniones, un juicio que permanecerá escrito en el mejor blog de cultura de habla hispana: Atlas cultural. Un poco de propaganda… ¡márquetin! Aunque no he sido demasiado sutil, ¿verdad? Ahora ya estoy preparado para darle a la tecla. Lo primero, la sinopsis. Lo que nos dice la contraportada, porque la portada es simplemente, perfecta. ¿No te gusta? Llama la atención, la mirada se queda clavada en ese arsenal de ojos. En serio… ¿no sabes que el márketin es esencial y que yo me estoy obsesionando?
Sevilla se paraliza cuando Francisco Valiente, un triunfador hecho a sí mismo y que consiguió tener a toda la ciudad rendida a sus pies, muere de forma repentina. Su funeral congrega a las personalidades sociales y políticas más importantes del lugar mientras su mujer y su eterna amante van desgranando la vida del difunto. Lo que no imaginan ninguna de las dos es que él también las está viendo, y que tendrá mucha voz en su propio entierro.
El lector disfrutará con las peripecias vitales de este casanova moderno que encontró en el cortejo una inagotable fuente de diversión. Cada vez que una mujer caía en sus redes, se compraba un pavo real para celebrarlo. En su fantástica casa hay miles de ellos para desesperación de su esposa que, una vez muerto Francisco, tiene previsto liquidarlos a todos.
Básicamente es eso, sí. Y aunque la pluma podría haber volado dentro de un vendaval de surrealismo y fantasía, se quema en un cenicero. Hay pasajes irreales, sí, pero su ambición es ser El amor en los tiempos del cólera, una historia de amor y desamor a lo largo del tiempo, que traspase los calendarios lunares, y que gota a gota vaya rellenando el vaso del romanticismo. Tremenda empresa…
¿Quién cuenta la historia? Alma Zurita y González, Morgana Romero de Hinestrosa y Francisco Valiente. Un triángulo que se divide los capítulos, tres voces que confiesan sus porqués, nos ponen en antecedentes para que entendamos su doble vida. Los capítulos son muy cortos, y eso, junto a un sentido del humor que empapa cada folio y que me recordó a Eduardo Mendoza (Circunstancio Pomposo, por ejemplo, aunque hay otras escenas muy curiosas que harán chiribitas tus ojos) te proporciona la sensación de que devoras las páginas. Páginas rebosantes de prosa poética.
La novela arranca como Buried (Encerrado), Francisco está dentro de un ataúd, aunque al revés que en la película de Rodrigo Cortés, jamás sientes claustrofobia. Todo es jacarandoso e irónico, un delirante desfile de amigos y enemigos en su velatorio.
Poco a poco, entre las brumas de los sueños frustrados y un erotismo light, se alza la figura de un gran Gatsby sevillano, un tipo echao pa´lante de oscuro pasado, que sin embargo, es tan ingenuo que espera que esa mujer a la que un día amó, se lance a sus brazos cuando contemple desde el otro lado de la verja su triunfo desmesurado, sus posesiones y su riqueza; su carisma; cuando sienta que todos lo admiran y lo aclaman. Triste.
Pero vamos a ver. Yo creo que para entender esta “tragedia” falta coherencia. Solidez. De acuerdo, puede que siendo unos pipiolos, ella no se atreviera a contradecir a su familia, a levantar la voz. No era tan valiente como para tumbarse en la hierba en todo su esplendor y leer un poema de William Wordsworth; aunque fuera tartamudeando. No obstante, siendo ya maduros y con arrugas en la piel, con hijos que pintan canas, con plata, patrimonio y efectivo para diez generaciones, es inexplicable que la mojigata de Alma no coja un petate, se líe la manta a la cabeza y se largue con su churri.
Tanto respeto por la institución del matrimonio… tantos miramientos y temor a las apariencias… cuando las infidelidades son públicas y sus pasiones “irrefrenables” son la sal de las comidillas entre comadres… ¡a la mierda! ¡Viva Fernando Fernán Gómez! Esto no es el muro de Berlín, es un castillo de naipes, que en mi opinión, no sostiene la novela, se derrumba. Me dirás que era otra época, otra sociedad… y yo te responderé, que entonces, no era un amor tan grande para ser contado, que por menos, renunciaron a un reino.
Genio y figura hasta la sepultura, nuestro Casanova. Las mentiras son pavos reales que lucen y esconden venganzas, traiciones, engaños, miedos y odio en el abanico policromado que es la cola. Voy terminando… ¿Qué me ha parecido Memorias de un sinvergüenza de siete suelas? ¿Recomiendo esta novela “romántica”? Es ágil, se lee de tirón, es divertida. Pretende ser sarcástica y alcanza a ser, cándida. Pretende sorprender con su final, y cualquiera que haya leído a la gran Agatha Christie se sentirá defraudado. Además, como soy un hombre, o eso dice mi DNI, no puedo dejar de sentir, que es un ajuste de cuentas feminista. Un texto que destila cierto tufillo a misandria. Me apalearán por esta frase… pero, ¿por qué es políticamente correcto y guay tachar un texto de misógino o machista y no puede hacerse al contrario?
Bueno, conclusión. ¿Está bien escrito? Sí. ¿Es una gran historia? No.
Me han hablado muy bien de esta autora, así que lectura obligatoria de este verano. Ya te cuento.
Prepárate… para conocer a Francisco Valiente. Ya nos contarás por aquí tu opinión. 🙂
[…] para no acabar con mis propias palabras, que ya van pesando, me quedo con las de Gorka Iriondo (*) allá por Junio de 2013: “Conclusión. ¿Está bien escrito? Sí. ¿Es una gran historia? […]