Lo cierto es que he dudado a la hora de titular la crítica. En lo que llevamos de 2014 se han emitido dos claras apuestas por ser el entretenimiento sci-fi anual, y ambas han fracasado (aquí tenéis un artículo sobre la saturación de series de mi compañero Miguel). La primera de ellas fue Helix, la creación de Cameron Porsandeh, un thriller sobre un virus suelto en una estación de la Antártida, algo totalmente nuevo. La ficción vacilaba entre los enredos amorosos, las situaciones inverosímiles al más puro estilo El Barco (si, aquella horrible serie de Antena 3), las sociedades secretas súper malvadas y ultra longevas y un desaprovechamiento actoral importante. No obstante, la serie entretenía, y ha renovado por una segunda temporada, algo digno de estudio. Por tanto, muchos vimos en Almost Human una excelente oportunidad para lograr hacer una gran serie de ciencia ficción con un gran equipo detrás. Lamentablemente, no ha sido así.
Quiero hacer mi apuesta y asegurar que su creador, J.H. Wyman, planteó la serie de otra manera, mucho más física, humorística pero tenebrista, y con un papel importante de los personajes, no de los casos. Estoy seguro de que heredó todos los buenos conceptos de Fringe (que por algo guionizó media serie; aquí tenéis un análisis de nuestros compañeros de Xombit del final de la serie) y los combinó con lo que pudimos ver a medias en pantalla: un buddy-cops con ecos de Blade Runner en un universo propio riquísimo y en expansión.
Por eso la decepción es mayor al ver que todas las ideas y conceptos que se ven, que están, que casi pueden tocarse, se quedan a medias en pos de la espectacularidad policial y los tópicos mil veces vistos. Otra apuesta personal: todos estos cambios vinieron de FOX. Es la segunda serie de la cadena que analizo, y, casualidad o no, ambas fueron canceladas con sólo una temporada de 13 episodios (aquí mi análisis sobre Wonderfalls, también de FOX, I y II). Ya dije que FOX se yergue como un juez autoritario a la hora de dar luz verde o cancelar series, y es que viendo su cementerio seriéfilo sobran las palabras.
Como decía, las principales virtudes de Almost Human están heredadas de Fringe, y es que Wyman (que debutaba como showrunner en una gran producción) se nos revela como un buen guionista, que hace verosímiles a sus personajes, y como un verdadero fan de la tecnología y la robótica, pues para cualquier aficionado a estos temas hay guiños y situaciones que sacarán una sonrisa. Así, los móviles del futuro son diversos, desde alargados a holográficos, a implantados en la piel, etc., los coches no levitan ni caminan sobre las aguas, pero son ecológicos y su diseño no desentona, la ciudad de Los Ángeles ha sido rediseñada de arriba a abajo y el resultado es tan novedoso como espectacular, los asistentes de voz se han popularizado (¡Oye Siri!), existen las smartbeds y las smarthouse…, como ya dije, este futuro no desentona, y parece real. Salvo por los robots claro.
Es aquí donde se vertebra el eje de la historia: los robots se han hecho un hueco en la vida diaria de la gente, y en especial del departamento de policía, donde cada detective tiene que patrullar con un compañero robot en lugar de uno humano. Los más antiguos son los DRN, robots con capacidad para sentir y ser lo más parecidos posible a un humano, que tuvieron que ser retirados por su inestabilidad emocional, y sustituidos por los MX, fríos y cumplidores robots. Al detective John Kennex (Karl Urban; Star Trek, Las Crónicas de Riddick) le asignan como compañero a uno de estos DRN, Dorian (Michael Ealy; The Good Wife), en una situación de blanco-negro (y no lo digo por el color de la piel de Ealy) mil veces vista. Ambos actores cumplen sobradamente, y da gusto verlos interactuar en pantalla. Su relación es uno de los puntos fuertes de la serie, y aunque se produce un poco a trompicones, tiene sentido, no se ve muy forzada y se comprende sin mayores problemas.
Como ya dije al principio, Almost Human adolece de serios puntos flacos (de seguro impuestos y no voluntarios) que restan su conjunto. Tanto Kennex como Dorian son personajes que por sí solos darían para marcarse una serie mucho más seria y tenebrista, pero en lugar de eso se hunden bajo clichés, y quedan enterrados por todo un conjunto de sin sentidos que arrastra a la serie al peligroso terreno de la mediocridad. Aún así, Almost Human es un pasatiempo encomiable, para ver sin muchas pretensiones por muchas ilusiones que nos hicimos, con un buen sentido del humor, muy físico y chulesco (se nota que el rodaje fue agradable y divertido). Es casi un procedimental en toda regla, con un caso por capítulo y sin apenas conexión de un capítulo a otro; todo es muy light, a pesar de que los casos van desde el ciberterrorismo al asesinato puro y duro, pasando por la crítica social a la tecnología, el consumo de drogas en jóvenes, etc. Está claro que Wyman proyectó la serie a años vista, con varias temporadas, pues ya en el primer capítulo se nos presenta a los malos malísimos de la serie, inSyndicate, una poderosa organización criminal que opera en todas las ramas de este futurista mundo. Su desarrollo es pura chapuza: presentación en el capítulo uno y desaparición total hasta el capítulo ocho, a cinco de acabar la temporada. No dan sensación de peligro, de inseguridad; no dan sensación de nada. Quiero creer que este cambio sea culpa de FOX también, porque los personajes van y vienen sin sentido cada vez que esta organización aparece.
En cuanto al aspecto sonoro, resuenan ecos de ese Vangelis bladerunnero, aunque la banda sonora por entero está realizada por el dúo de música electrónica The Crystal Method. Los mejores momentos visuales de Almost Human se consiguen cuando la serie se sumerge en ese universo semi-bladerunnero, con los elementos asiáticos de la citada cinta de Scott y la banda sonora evocadora de la de Vangelis.
En definitiva, Almost Human es una decepción en toda regla, pero por dos factores: nuestras altas expectativas y la intromisión de FOX. El resultado es un procedimental futurista, desarrollado sin muchas pretensiones y fácil de ver y olvidar. Una lástima su cancelación, no obstante.