Wonderfalls (II): objetos inanimados vivientes

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Los primeros objetos en hablar

Esta es la segunda parte de mi artículo de ayer sobre la serie Wonderfalls: aquí tenéis la primera parte para los despistados que no se la leyeron.

La historia de Wonderfalls depende en un alto porcentaje de la labor de sus actores. Desde Jaye (Caroline Dhavernas, Hannibal), pasando por Eric (Tyron Leitso), su interés amoroso, todos cumplen con solvencia. Dhavernas, que no ha vuelto a tener un papel protagonista a pesar de lo bien que aguanta el peso del personaje y de la serie, consigue darle a su interpretación un toque de veracidad, pero sin dejar de lado ese humor hilarante y tierno de Fuller. La estructura de la serie, que posee esos capítulos normales, como ya he dicho, permite mucho la aparición de secundarios, principalmente de la familia de Jaye, donde destacan Sharon (Katie Finneran, Chicken Little, Movie 43), su hermana y Aaron (Lee Pace, Pushing Daisies, Guardians of the Galaxy), su hermano. Merece especial atención este último, que trabó amistad con Fuller, consiguiendo el papel protagonista en Pushing Daisies, su próxima serie. Pace, que está encadenando blockbuster tras blockbuster, demuestra una gran contención en su actuación, ganando en matices conforme pasan los episodios; no cabe duda de que su personaje iba a ir a más en futuras temporadas.

En la primera parte de este análisis hice una pequeña alusión a los personajes y su construcción. Sin embargo, salvo los dos personajes principales (en este caso, Jaye y su interés amoroso), ninguno evoluciona. Sí, todos tienen sus vidas y sus problemas, y aunque el personaje de Lee Pace coge protagonismo hacia el final de la temporada, Fuller quiere que te centres en Jaye y su evolución como ser humano, en su transformación en una buena persona. Este viaje “espiritual” del personaje central, recuerda inevitablemente a otra serie que sí tuvo éxito como My Name is Earl. La creación de Greg García, que hacía del humor duro y corrosivo su virtud, bebe de la serie de Fuller de una manera poco llamativa: un personaje central egoísta, un algo universal que le hace empezar a cambiar, secundarios llamativos y algo escatológicos…; curiosamente, My Name is Earl se estrenó en FOX un año después, en 2005, siendo un éxito de crítica (también) y de público, aguantando, curiosamente, cuatro temporadas, las planificadas por Fuller para Wonderfalls.

La dirección y la fotografía, campos que desde el surgimiento de series como Oz y The Wire están cobrando cada vez más protagonismo en las series de televisión, con ilustres realizadores lanzándose a dirigir para la pequeña pantalla, resaltan, de nuevo, en una obra de Fuller. Aunque los directores de sus 13 capítulos son más bien desconocidos, todos siguen la misma estructura acelerada y suave, y en contados episodios (como el 1×10) sitúan la cámara de una manera tal que captan el dramatismo de una manera palpable. Por tanto, cuando los elementos son cómicos, el esquema es el mismo, pero si se trata del drama, cada director lo capta de una manera especial, personal.

Wonderfalls

Por su parte, la fotografía es colorida, suave, “amable”. Este elemento también sería llevado al extremo en Pushing Daisies, aunque en esta Wonderfalls la paleta de colores, llena de elementos que evocan lo bucólico, lo feliz (muchos amarillos, verdes, rojos…), no es tan chillona, y se amolda a la perfección al tono y estilo de la serie.

Fuller lleva la historia por campos desconocidos por la televisión hasta entonces: a ratos, Wonderfalls es una comedia de situación, con la familia de Jaye de protagonista, pero de repente el tono cambia, y se convierte en una peculiar serie de detectives, o, como decía, en una serie dramática donde la gente sufre por amor u otros aspectos. Este baile de tonos (tan característico del cine asiático pero poco profesado en el cine y la televisión yanki) le da empaque a la serie, la agiliza (mítica para mi será la trama de la monja; otro cambio de tono, de repente pasa a ser una serie de terror surrealista), y permite conseguir, además de esa empatía por los personajes que tanto le cuesta a tantas otras series, que el espectador no se duerma, preguntándose qué será lo próximo.

La Fox canceló la serie tras la emisión de cuatro episodios, a pesar de que recibió alabanzas de la crítica, y cortó de raíz los planes de Fuller de convertir este proyecto en una serie longeva (al menos cuatro temporadas), y es que incluso ya tenía esbozos de la segunda y tercera temporadas, con la inclusión de nuevas y divertidas situaciones, y un hecho que a mi me habría encantado ver: la inclusión de un objeto/muñeco malvado que habría llevado a Jaye por los terrenos del mal. La serie cayó en el olvido para los seriéfilos más generales, y Fuller conocería un pequeño éxito poco después con Pushing Daisies, aunque tendría que esperar a 2013 para triunfar con Hannibal. A pesar de ello, si buscáis por las plataformas de pago en internet (no me seáis piratillas; aquí un artículo de mi compañero Aimar sobre el tema, muy recomendable), encontraréis Wonderfalls, y es el momento de darle la oportunidad a esta serie que fue cancelada demasiado pronto.

Archivado en Brian Fuller, Comedia Dramática, FOX, Wonderfalls
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