Hace más o menos un año conocíamos las intenciones de Guillermo del Toro y FX de llevar a la pequeña pantalla la trilogía que el realizador mexicano y Chuck Hogan escribieron juntos, la llamada Trilogía de la Oscuridad (Nocturna, Oscura y Eterna). Una historia de un virus que transforma a sus víctimas en vampiros en Nueva York que Del Toro confesó que se le ocurrió cuando estaba enganchado a The Wire. Con estas premisas, la serie se convirtió en uno de los atractivos de este verano, pero quizá las expectativas que tenía puestas en ella eran demasiado altas, motivo por el cual a mí me ha decepcionado aunque con matices.
The Strain comienza con la llegada de un avión al aeropuerto JFK de Nueva York, con luces y motor apagados, que permanece inmóvil en la pista. Ephrain Goodweather (Corey Stoll) y su equipo del Centro de Control de Enfermedades empiezan a investigar el misterio a pesar de las trabas que les imponen sus superiores. Una conspiración urdida desde las altas esferas para introducir el virus vampírico y su respectiva cepa, un ser enorme llamado The Master (El Amo) que controla a todos los infectados a su antojo. Un grupo de supervivientes encabezados por Abraham Setrakian (David Bradley) y el propio Doctor Goodweather tratarán de detenerlo y salvar a la humanidad ya de paso.
Guillermo de Toro está presente en todo momento, no sólo en el capítulo piloto que él mismo dirige, ya sea a través de los personajes, de la forma de representar a unas criaturas muy reconocibles en toda su filmografía o su gusto por la casquería. Personalmente, me hubiera gustado ver a un Del Toro más personal, propio de películas como El laberinto del fauno o El espinazo del diablo y no tanto de su parte más comercial propia del cine de acción. Por cierto, podemos ver mucho de Mimic en The Strain y como otra curiosidad véase otro acercamiento del director al mundo de los vampiros en Blade II, aunque de una forma muy diferente.
A pesar de que se respetan muchas de las limitaciones y comportamientos de los vampiros, perdidas en recientes sagas literarias para adolescentes, The Strain los despoja de su tradicional romanticismo, más propio de Dracula y otras referencias cinematográficas posteriores, en las que su inteligencia, elocuencia, deseo y sexualidad eran sus principales señas de identidad y además, era lo que más atraía de este subgénero del terror. Del Toro se aleja totalmente del tópico y los acerca a los zombis, seres sin conciencia guiados únicamente por su instinto. Es de suponer que a su creador le interesaba mezclar los géneros con el fin de dotar a su obra del nervio más propio de series apocalípticas como The Walking Dead y eso sólo podía conseguirlo mediante virus y hordas de vampiros. Personalmente, creo que no consigue ese efecto adictivo e inexplicablemente placentero de la anterior que pretende, o que debería pretender.
Los primeros capítulos me parecen demasiado aburridos, no por densos, sino porque la serie no acaba de arrancar con lo que verdaderamente interesa y pierde mucho el tiempo hasta que se produce el brote, presentando tramas y personajes que podrían presentarse más adelante, un ejemplo son los flashbacks de Abraham en el campo de concentración, que se producen en varios capítulos sin que nos cuenten algo que los justifique plenamente. Aquí debo hacer mención al hecho de estos recuerdos se produzcan en inglés y no en alemán, le resta muchísima credibilidad, sobre todo porque vemos como el anciano usa constantemente el armenio para referirse a The Master y al virus. Hablando de personajes, todos me dejan un poco frío porque, a pesar de que la historia empezó de forma muy sosegada, no los hemos llegado a conocer realmente, salvo un poco a Abraham y a Ephrain, por tanto me resultan planos. Tengo entendido que los otros dos libros de la trilogía ponen más énfasis en este aspecto, así que esperemos que podamos empatizar con ellos pronto.
A pesar de todo, The Strain va mejorando con los capítulos, consiguiendo muy buenas escenas de acción, apoyadas por su excelente factura técnica fruto del gran esfuerzo que han hecho todas las partes al respecto. El planteamiento con el que acaba la temporada me parece muy interesante y creo que pueden mejorar sustancialmente lo visto hasta ahora. Por tanto, me parece una serie entretenida sin pretensiones que habrá satisfecho las expectativas de los fans de Guillermo del Toro y su particular visión de la ciencia ficción.