Para ser sincero, la comedia no es mi género favorito para una serie de televisión y hablo de ficción, porque en realidad sà me gustan los programas de sketches como La hora chanante o los monólogos de Nuevos cómicos. En ambos aparecÃa un personaje un tanto subversivo que a menudo no comprendÃa, un tal “Loco de las coles”. Efectivamente, era Ignatius Farray, un cómico con un estilo al que no estamos acostumbrados, un outsider en un paÃs con demasiado sentido del ridÃculo. Y ahora tiene una serie en Comedy Central, El fin de la comedia.
Hace algún tiempo que no confÃo en la ficción española salvo contadas excepciones como Crematorio o ¿Qué fue de Jorge Sanz?, ambas provenientes de la factorÃa de Canal+, poco prolÃfica sÃ, pero una gozada esporádica. También de la televisión de pago llega El fin de la comedia, principal motivo para llamar mi atención, en primera instancia, pero fueron las crÃticas positivas las que me empujaron a verla definitivamente. La serie que, efectivamente, es prácticamente un remake de Louie funciona a la perfección gracias al personaje y a los guiones. No deja de tener esa cutrez tan española y en este caso es algo muy bueno porque no se trata sólo de retratar la vida de un cómico fracasado, sino también ser un reflejo de una sociedad en crisis de todo.
A lo largo de los seis episodios que componen la primera temporada asistimos a lo que se ha denominado “post humor”, que induce al espectador a reflexionar de qué y por qué se está riendo. No solo empatizamos con él y con lo que le ocurre sino que si extrapolamos su vida a la nuestra, se podrÃan crear otras tantas situaciones que, siendo nosotros los que estamos en pantalla, no nos harÃan ninguna gracia. A pesar de que este hecho le reste comicidad a la serie, ésta se convierte en un producto de mayor valor artÃstico que las sitcoms como Aida o La que se avecina, a las que tan acostumbrados nos tienen.
La ficción española sigue dando, poco a poco, pasitos adelante. El fin de la comedia es un gran avance, pero todavÃa queda mucho por hacer en las cadenas en abierto, en las que muchas de sus producciones siguen teniendo demasiada duración con el consiguiente estiramiento de las tramas y mucho, mucho relleno. Técnicamente se están haciendo las cosas muy bien pero aún nos falta mucho atrevimiento para tratar temas más delicados y guiones con personajes más complejos, algo que se está haciendo muy bien en paises de nuestro entorno con mayor valentÃa por parte de los ejecutivos y mayor cultura audiovisual por parte de la audiencia.