El pasado lunes finalizó en Canal+ Series la segunda temporada de Masters of Sex, el drama de Showtime sobre el estudio del Doctor Masters y la Doctora Johnson sobre la sexualidad humana, un hito en los años 60. Recordemos que la primera temporada nos sorprendió muy gratamente, pero este año la sorpresa ha llegado justo desde el lado opuesto.
La trama principal, la de Bill y Virginia, se acercó demasiado al culebrón en sus primeros capítulos y después perdió absolutamente el rumbo hasta no encontrarse a sí misma. Sin duda, ha sido la más aburrida de todas y Bill Masters ha tocado techo en aburrimiento. Su personaje nunca me ha parecido especialmente interesante, pero ahora es que no puedo con él. Sólo se salva un poco la actuación de Michael Sheen. El personaje atormentado por una infancia marcada por las palizas de un padre alcóholico, con problemas familiares, conyugales y profesionales se explota a diario con más maestría que en la serie de Showtime. Su compañera de fatigas es una mujer que antepone el trabajo a la familia, es madre soltera y una luchadora visionaria. También se está convirtiendo en un cliché en las series de cable, pero su personaje está mejor definido e interpretado. Lizzy Caplan es Masters of Sex y con su trabajo coge las riendas para que no se despeñe todo el equipo.
Las tramas secundarias también han contribuido a que el espectador no se rinda, aunque es cierto que algunas de ellas eran superfluas. La mejor de todas ha sido la de Libby Masters, un personaje que en la primera temporada buscaba una familia desesperadamente y su texto se ceñía a ejercer de madre frustrada y mujer de. Pero esta segunda temporada nos ha mostrado que podía dar mas de sí y que habrá que seguir también a su actriz, Caitlin Fitzgerald. Tras ser madre, Libby se da cuenta de que ya no es suficiente, ni siquiera por segunda vez, ya que sus frustraciones, sus carencias son de tipo afectivo y sexual. Durante todo ese camino, se destapa una de las subtramas más trascendentes, dando notoriedad a los problemas raciales, clases sociales y sexo interraciales, que imaginemos cómo de mal estaba visto en la época. No sólo ella ha tenido una trama interesante. La fugaz resolución del caso de Barton Scully y familia, la relación totalmente disfuncional entre Barbara y Lester, la dura enfermedad de Lillian DePaul y, sobre todo, la historia de mal karma de Austin Langham, quien acabó acosado por su jefa tras su historial de conquistador que tanto le ha hecho sufrir en el pasado. Todas ellas han servido para tapar (un poco) las carencias del arco argumental principal.
A pesar de todo, también está segunda temporada ha tenido cosas muy interesantes, entre ellas un capítulo que brilla por encima del resto, Fight, una exhibición actoral de los dos protagonistas, que disputan un combate paralelo al que se emite por televisión. Un juego de roles muy real, una batalla dialéctica escrita y rodada con muy buen gusto. Interesante también el capítulo Asterion, que sutilmente nos va mostrando el paso del tiempo, una maravilla que pasa desapercibida si no se está atento, así como los cambios de novio de Virginia. Los dos últimos capítulos recuperan un poco el norte, sobre todo en lo que respecta al famoso estudio y a los avances en la trama, pero su final nos deja un poco fríos. ¿Qué te ha parecido la segunda temporada de Masters of Sex?