Cuando el giro argumental nos da una bofetada

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Penúltimo capítulo de la tercera temporada de Game Of Thrones

A estas alturas, ya no podemos dudar de que las series de televisión ocupan un lugar más o menos importante en nuestras vidas. Hay muchos factores que nos atraen de ellas, como sus narraciones más extensas, personajes con los que nos vamos encariñando y, por supuesto, los giros argumentales. Este recurso narrativo, que suele ser complementado por un cliffhanger, provoca en nosotros una gran cantidad de sentimientos que nos obliga a seguir pegados al televisor.

Suelo distinguir entre dos tipos de giros. El primero es el que podríamos llamar giro, pues realmente da una vuelta, a veces de 90 grados y las de 180, que cambian la serie para siempre en dirección contraria a la que iba. También podemos encontrar un giro que no sirva para nada, que ponga las cosas en el mismo sitio en el que estaba. En esta ocasión, sólo sirve para marearnos. Un poco lo que está pasando en la segunda temporada de Orphan Black, aunque la serie de BBC América no ha perdido del todo la credibilidad, sobre todo tras los acontecimientos del séptimo capítulo. Por algún motivo, no se me ha pasado por la cabeza abandonarla, a pesar de que están mareando demasiado a la audiencia. Otra que es conocida por sus espectaculares giros, geniales al principio pero agotadores al final, fue Lost, que ha sido la que ha marcado las pautas a la hora de contar este tipo de historias en los últimos años.

Uno de los grandes momentos surrealistas de Mad Men

Pero hay otro tipo de giros, que más que una vuelta a la tortilla, lo que hace es retorcernos en el sofá. Producen esa sensación de un tren que por más que frene ya es demasiado tarde para librarse del atropello. Suelen ocurrir sin música introductoria, sin que al espectador le dé tiempo a sospechar, pero son momentos que cambian la concepción de la serie de una forma más profunda que el anterior tipo. Dos ejemplos recientes donde los hechos ocurren sin más, sin fuegos artificiales, son Mad Men, donde la llegada del hombre a la luna ha llegado con dos sorpresas mayores, una muerte y un cambio empresarial. Por otro lado tenemos a Game of Thrones, una serie que George R.R. Martin y sus productores han creado para hundirnos la moral. Los giros siempre son a peor, dando al espectador muy pocas satisfacciones y muchos disgustos, pues los personajes favoritos caen como moscas una y otra vez.

Estas dos ficciones son claros ejemplos de impredictibilidad, pues ofrece al espectador muchas salidas posibles para resolver un hecho, pero por más que podamos especular, siempre acaban sorprendiéndonos. El primer tipo de giros pueden predecirse con más facilidad a pesar de que siguen siendo muy sorprendentes. Las muertes, las traiciones o cambios de bando son los giros estrella y su efecto es muy superior al que podemos ver en el cine, cuyas sorpresas se dejan para el final. Para mi, una de las mayores me las llevé viendo The Departed (Inflitrados), de Martin Scorsese. ¿Cuál fue el giro argumental que más te sorprendió? ¿Qué opinas de este recurso narrativo? ¿Ya has visto las sorpresas en los guiones de Mad Men, Game of Thrones y Orphan Black?

Archivado en Game of Thrones, Giro argumental, Lost, Mad Men, Orphan Black, Series, The Departed
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Comentarios (3)

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  • Eduardo dice:

    Ufff. Es lo peor y lo mejor a veces. Ni hablar de animes, la mejor serie que habrá explotado esta idea habrá sido Mirai Nikki, que excelente anime, los japoneses tienen grandes animes que no se comparan para nada a las series Norte Americanas.

  • […] cuyo hermetismo acabó mareando (y cansando) a la mayoría de seguidores de Lost con hiperbólicos giros argumentales, donde incluso se mencionaba el hecho de “hacer las preguntas correctas”. Entonces […]

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