Tanto marzo como abril se han convertido en puntos en el calendario para despedir temporadas de grandes series y celebrar el regreso de otras. The Walking Dead, Girls, How I Met Your Mother y la consagrada revelación, My Mad Fat Diary, han concluido sus respectivas temporadas. El vacío que dejan en el corazón del seriéfilo lo ocuparán dos grandes obras de la televisión: Games of Thrones y Mad Men.
The Walking Dead concluyó su cuarta temporada dejando la miel en los labios y unas ganas terribles por volver a comprobar lo bien armado que está el armazón narrativo de la serie. En sus inicios la serie destacaba por los hambrientos zombis, en su cuarta temporada, The Walking Dead ha progreso varios escalones y la problemática alcanza límites más altos que el miedo por los no muertos.
How I Met Your Mother dio carpetazo final a la serie de comedia que tan bien analizó Miguel Romero en Atlas Cultural. El secreto de quién sería la madre de esos dos adolescentes tan pacientes y atentos a la historia que su padre, Ted Mosby, les contaba, ya se había desvelado en la novena y última temporada, pero se guardaron algunos otros trucos finales para despedir temporada y serie.
Por otra parte, la serie de Lena Durham alcanzó el final de su tercera entrega. Girls sigue progresando temporada a temporada manteniendo un nivel que a estas alturas ya no sorprende a nadie. Sus perfectamente perfilados personajes han alcanzado tal madurez narrativa que la autenticidad del mundo creado aumenta capítulo a capítulo. Y pese a lo desesperante que resulta comprobar como Hanna se instala como personaje ultraprotagonista y nos priva del disfrute de otros, como Ray, es indudable que con Lena Durham estamos ante un nuevo genio de la ficción, que ya nos ha regalado capitulazos inolvidables.
La última despedida a destacar es el final de la segunda temporada de la serie revelación: la británica My Mad Fat Diary. En su primera temporada destrozó la puerta de entrada a la popularidad ficcional. Su desgarrador estilo humorístico, la naturalidad de sus personajes y su honestidad narrativa le valieron para llamar la atención de propios y extraños. En su segunda, la serie que cuenta la historia de Rae Earl se ha consagrado como una imprescindible comedia. Los dos capítulos finales de su segunda temporada son dos hitos televisivos: magistrales de principio a fin.
Y todas estas despedidas (algunas más que otras) han agrandado el vacío en el público amante de la televisión. Por suerte, abril está marcado en el calendario por el regreso de Games of Thrones y Mad Men. La primera estrenará cuarta temporada, mientras que la serie de Don Draper afrontará la séptima y última, que copiará el modelo tan de moda de división de una temporada en dos partes.
El vacío parece más pequeño cuando se nombran a estos dos monstruos de la ficción televisiva. Esta misma noche dará comienzo la cuarta temporada de sus obras maestras. Con Games of Thrones volvemos a introducirnos en un mundo absorbente repleto de codicia, deseo, venganza y demás instintos primarios que encarnan personajes complejos y atrayentes. Una serie que nos tenía ganados casi desde el principio pero que desde la Boda Roja (Red Wedding) nos tiene a sus pies.
Marcad el 13 de abril como el momento del regreso de la serie de los despachos impolutos, de los personajes de traje y sombrero, del sonido del hielo con el contacto con el interminable alcohol y de la serie donde nunca pasa nada. Mad Men inauguró la ficción televisiva con múltiples lecturas. Una serie sobre publicidad que se convirtió en una radiografía del interior humano. Una serie que ha elevado a Don Draper como icono al que odiar y amar a partes iguales.
