Habla Perogrullo. Las películas nacieron para verse en una sala de cine. Una pantalla grande, y los latidos del público. Y con más razón, si como en este caso, hablamos de una experiencia visual. Gravity despliega imágenes grandiosas, espectaculares, impactantes. Para dejarte con la boca abierta y los puños cerrados. Cuarón no ha hecho una película en 3D, el 3D es un personaje más de la película. Sin alharacas, sin pegotes, prudente y sensato, luciéndolo solo cuando es necesario. Dando profundidad y nitidez.
El cineasta mexicano presentó Gravity en el Festival de San Sebastián en la sección Perlas. Su nueva película, su retorno al cine tras casi siete años… y yo estaba ahí. Apoltronado en mi butaca, leyendo el Twitter en mi móvil sin demasiado interés, pasando tan rápido los tweets con el dedo, que la inglesita de al lado tenía dos opciones. Pensar que yo era superdotado y que me había quemado las cejas en un curso de lectura rápida, o simplemente, que era un gilipollas. No quise preguntar.
El público esperaba sentado, con ansias, a que abrieran el telón del Teatro Victoria Eugenia. Eso se percibe, se nota. Nadie se comporta igual, si haces tiempo para estallar de satisfacción con Gravity, o si te pica la curiosidad Por las plumas. Aunque luego aplaudas las dos. Había leído por la mañana, en el periódico del Zinemaldia creo, que esta producción necesitó cuatro años y medio para salir a flote. Una cuestión tecnológica. Tú sueñas, la rueda gira y gira, y sabes que llegará el día en el que las ciencias aplicadas podrán simular con realismo la gravedad cero… eso sí, casi un lustro más tarde. Los protagonistas son la ínclita Sandra Bullock y el celebérrimo George Clooney.
Sandra Bullock interpreta a la doctora Ryan Stone, una brillante ingeniera especializada en Medicina que está en su primera misión en un transbordador, con el veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney), al mando de su último vuelo antes de retirarse. Pero en un paseo espacial aparentemente de rutina se desencadena el desastre. El transbordador queda destruido, dejando a Stone y Kowalsky completamente solos, unidos el uno al otro y dando vueltas en la oscuridad.
Una oscuridad que te envuelve, que te embelesa, que te absorbe, despiertas de la hipnosis y un segundo más tarde, vuelves a caer bajo el influjo de la cadena y el reloj de bolsillo. ¡Qué vistas! No me quiero imaginar lo que se tiene que sentir ahí arriba, un silencio turbador y sombrío. Una pesadilla. Jamás me veré en la piel de la doctora Ryan gracias a Dios… pero juro, aunque lo negaré ante cualquier jurado o en el juicio final, que más de una vez, recobré la consciencia encogido en mi butaca. Disimulé peinándome el viejo flequillo y me arrojé de nuevo al agujero negro. Sin duda, estaba ante una de esas películas espaciales que tanto gustan a mi padre. Y además, por lo que parece y dicen, es bastante fiel a la realidad. No es ciencia-ficción. Los dólares han pagado el asesoramiento de los mejores expertos, incluidos auténticos astronautas y profesionales de la NASA. ¡Eco, eco!
Gravity apenas recurre a los diálogos para que avance la acción, la situación se hace obsesiva por sí sola. El guion no se derrama, es una cuchara que va del plato a la boca y de la boca al plato. Una mujer a la deriva, en el vacío, cada bocanada de aire consume el poco oxígeno que queda, ha perdido cualquier comunicación con la tierra… sin respiración. Tú y yo. Ella. ¡Y tu mamá también! La dirección tuvo que ser un gran desafío, es un ejercicio de precisión milimétrica. Ritmo, ritmo, ritmo. La música creada por Steven Price y el insuperable montaje de sonido, junto a la dirección de fotografía que compuso Emmanuel Lubezki, no te dejarán pestañear. Créeme.
¿Alguien me recibe?
El director se sirve de largos planos secuencia y los combina con primerísimos primeros planos para embaucar al espectador, para sumergirlo en la angustiosa realidad del personaje. Fotograma a fotograma la tensión es la carcoma que perfora tu cuerpo paralizado, el ahogo de la protagonista te va colonizando. La protagonista. Aquí quería yo llegar.
Sandra Bullock. Alfonso Cuarón tuvo palabras de admiración para Miss agente especial, encomiando su predisposición al trabajo dadas las condiciones en las que rodó, rodeada de aparatos técnicos, alabó su disciplina, su capacidad de abstracción… perfecto. Pues a mí sigue sin convencerme Mis agente especial 2. Cumple, sí, no está mal, y sin embargo, no llega. Es una estrella que no fascina. Y aquí el antagonista es el espacio. Hermoso y cruel. No compiten en la misma liga. La mirada se dispersa, no se clava en sus ojos. No tiene el carisma que la película requería. En mi opinión; que es la única que tengo.
Otro detalle. Me fastidia mucho, con jota, que para cargar de profundidad a un personaje, sea necesaria una tragedia pasada que tendrá que superar. “Es un personaje que vive en su propia burbuja”, decía Cuarón en la rueda de prensa. Demasiado típico, poco sutil. O quizás haya leído, visto y escuchado ya demasiadas historias…
George Clooney es encantador. Y lo sabe. Matt Kowalsky es quien pone las notas de humor. Encantador, repito. Aún así… mmmm… no digo que los astronautas no puedan ser frívolos y profesionales al mismo tiempo, pero canta. Blanco sobre negro. Creo que alguna gracia menos, mejoraría el tono. Y los últimos planos de la chica consiguieron marearme y que se me cayeran todos los dientes. ¡Qué haces, Alfonso! ¿Por qué? ¿Por qué? ¿A qué viene esto? ¡Si lo habías hecho genial en los 89 minutos anteriores!
En esencia. Un despliegue visual arrebatador, celestial. Entretenimiento del bueno, sensaciones fuertes, una experiencia audiovisual excitante, una coreografía deliciosa. Si tomas pastillas para la tensión, guarda un par en el bolsillo. El Teatro Victoria Eugenia tributó una sonora ovación. Merecida. Yo aproveché la oscuridad para escapar de la sala sin que nadie me viera, entregar las gafas 3D, y salir corriendo… necesitaba respirar profundamente, apoyado en la barandilla del río Urumea, con los ojos cerrados. Qué tranquilidad…
La he visto ayer. Me ha gustado mucho de verdad. De lo mejor que hay en 3D (que no es mucho) y lleno de gestos que más que técnicos son de verdad artísticos. Vamos, que el cine se hace, al menos en parte, con máquinas y Cuarón tiene la virtud de hacerlas ver como pinceles. Ese plano general que va cambiando hasta hacernos ver a través de los ojos de Bullock y de regreso sin cortes aparentes… bueno, impresionante. De acuerdo en que al final Hollywood se impone, en un sentido no tan bueno de la palabra. Pero en términos generales muy bien realizada una película que, hay que decirlo, es muy compleja si se piensa en lo que se tiene que hacer para que tengamos esas tomas en la pantalla.
Amén. Doble crítica cinéfila por el precio de una 🙂
A mi también me ha gustado mucho. La verdad, más como experiencia que como película en sí. El personaje de Bullock es un típico tópico. Lo del perro-lobo mejor me lo callo. Pero es cierto que cuando vienes a darte cuenta, estás aguantando la respiración. Y eso no es fácil conseguirlo.
[…] cierto, ¿qué pelis vais a ver: Gravity, El Mayordomo, o algo más geek como […]
[…] antes posible una tecnología que nos permitiera apreciar este interesante efecto (que tanto aporta en algunas películas) con nuestros ojos […]
[…] que dicen que esto es una experiencia visual deberían ver Gravity y dejarse de milongas. Ni marinero, ni capitán, este barco se hunde. Y espero que pronto sea […]
[…] es un experimento bastante curioso. Los que hayáis visto Gravity seguro que recordaréis la secuencia en la que Ryan Stone (Sandra Bullock) intenta pedir ayuda […]
[…] porque Ripley y Lambert tienen una conversación sobre el alien. El caso opuesto lo vemos en Gravity, que no pasa el test, aunque su protagonista absoluto es una mujer, pero la mayoría del tiempo […]
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[…] Gravity, la película dirigida por Alfonso Cuarón, fue uno de los éxitos cinematográficos del año pasado. Un éxito que se llevó un buen puñado de Oscars, premios que a nivel técnico merecía y que elevaron a Cuarón a la categoría de Mejor Director del año. La historia de la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) cautivó a millones de personas en todo el mundo, y solo era cuestión de tiempo que “el efecto Gravity” se hiciera notar en televisión. Tres cadenas diferentes, dos networks -ABC y CBS- y una de cable -HBO- están ultimando los detalles de tres proyectos bien diferentes que coinciden en un punto: los astronautas. Series sobre mujeres en el espacio, sobre mujeres con hombres en el espacio y sobre un embarazo espacial. Veamos más pormenorizadamente de qué estamos hablando. […]
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