Podemos olvidar. Tal vez sea una opción. Por mi parte me interesa recordaros nuestro panorama actual. Ha sido noticia recientemente el sonoro bofetón de la Unión Europea a uno de nuestros ministros más ilustres y mediáticos: Wert.
Los responsables de la educación en Europa han hablado de nuestro distinguido ministerio empleando las palabras “falso” y “basura”. Hombre, así leído se podría pensar que han llamado a Wert falso, basura. No os preocupéis.
Caer en el descalificativo personal podría echar por tierra los argumentos con los que la Unión Europea ha criticado la política educativa de nuestro país, sobre todo en lo referente a las becas “Erasmus”. Lo que sucedió me parece peor aún.
Digo que ha sido peor porque no se ha cometido ninguna infamia ni se ha pronunciado ningún insulto hacia nadie. Los responsables de educación de la Unión Europea tan sólo han valorado las excusas esgrimidas por Wert en el “Caso Erasmus” como falsas, simple basura.
Basura según la Real Academia de la Lengua resulta: “algo repugnante”, “residuo”. La basura en el mundo anglosajón se traduce por rubbish y se traduce por “suciedad” o lo que tal vez se ajusta mejor a nuestro caso, “chorrada”. En el inglés informal, se usa para referirse a disparates.
Tal vez consecuencia de una deficiente educación en materia lingüística, nuestro solitario ministro Wert ha sufrido un doble escarnio. No ha sido capaz de explicar la respuesta de la Unión Europea en estos términos. Mejor dicho, no ha sabido explicar nada de lo que ha sucedido porque sencillamente tocaba hacerse el despistado.
El otro bofetón, muy católico eso sí, ha resultado la reprobación de la política de tijeretazo sin sentido en la educación pública. Europa estaba preocupada por la deriva educativa de nuestro país. Ellos, dignos defensores a ultranza de la templanza casi gélida del presupuesto.
El extremismo en las ideas no es bueno sea cual sea su disfraz. Wert hace tiempo que se ha quitado su disfraz de cordero. Con cada día que pasa sus aullidos son más solitarios.Llega el tiempo de pedir disculpas, eso le dignificará créame. Le hará mejor persona aunque peor ministro. Me pregunto por usted. Por cómo quiere ser recordado. Le doy dos opciones: La óptica anglosajona de “chorrada” o la óptica castiza de “suciedad”. Me explico.
Puede serlo en términos políticos o a nivel personal. En mi opinión le aconsejo que adopte el término como persona. Persona que ha cometido o dicho alguna que otra chorrada. Sería hasta lógico dado el nivel actual con el que gozamos todos los europeos del sur. La imagen que tienen de nosotros allá por el norte es todo un ejemplo del todavía largo camino que nos queda para una unión real. Un político, por si no lo sabe, tiene una gran responsabilidad. No se puede decir chorrada alguna salvo en privado y sin cámaras. Cuando salen a escena eviten que el precio del pan suba si es posible.
Seré solidario con usted. Para eso estamos las clases bajas. Para arrimar el hombro.